La magia de la “Chapada Imperial”

La perfecta armonía que el tiempo ha fraguado entre el agua, las rocas y la vegetación se expresa en forma sublime en los saltos de la Chapada Imperial.

Sentarse a escuchar el sonido de la caída del agua en los saltos o disfrutar de la vista de la inmensidad del cerrado desde los cerros más altos, todo es un reencuentro con la naturaleza, tan cerca de la civilización.

Después de cuatro horas y media de caminar entre árboles autóctonos del cerrado brasileño y de bañarse en las cristalinas aguas de las pequeñas lagunas que se crean después de cada una de las decenas de cascadas que marcan la bajada del río Ribeirão Dois Irmãos desde el punto más alto del Distrito Federal brasileño a 1.342 metros de altura y distante apenas 50 kilómetros del plano piloto de Brasília, la capital de Brasil, la visita a la estancia turística “Chapada Imperial” deja una profunda sensación de serenidad.

En este espacio donde el mundo es, casi como era, donde aún se puede beber agua directamente del río o simplemente quedarse escuchando el sonido de la caída del agua en los saltos o disfrutar de la vista de la inmensidad del cerrado desde los cerros más altos, todo es un reencuentro con la naturaleza, tan cerca de la civilización.

“La Chapada Imperial”, que bien podría traducirse como “La Meseta Imperial”, es un establecimiento rural privado propiedad de la familia Imperial. La hacienda de 4.800 hectáreas viene siendo preservada desde hace más de 30 años y desde 1999 fue convertida en un centro de educación ambiental, abierto a los visitantes.

El establecimiento cuenta con un total de 33 lagunas a lo largo del recorrido del río que atraviesa la hacienda que integra el Área de Protección Ambiental Cafuringa.

El circuito diseñado para los caminantes, se completa en su extensión mayor en unas 4 horas y media de una dificultad media, donde hay tiempo para detenerse en una decena de lagunas, hacer un picnic, nadar en las cristalinas aguas y concluir en la Cascada Reina, que tiene unos 15 metros de altura (Ver video).

Sin embargo, para quienes desean hacer una caminada más corta hay otras dos opciones, una media y una corta que es recomendada para grupos familiar con niños pequeños.

Durante la caminata, los guías explican a los visitantes los diferentes tipos de árboles que componen el cerrado brasileño, ubicado en el planalto central del país, una gran meseta que aloja una sábana de una riqueza vital impresionante, incluyendo diferentes plantas medicinales usadas por siglos por los aborígenes y que todavía hacen parte de la medicina no tradicional de la región, incluyendo el “Palo Santo”, que según la leyenda “sirve para todo”.

Sorprende gratamente al visitante la buena organización, la tranquilidad del lugar, y sobre todo la inmaculada condición de todo el trayecto donde no se encuentra ningún tipo de residuo, algo que los guías alertan a los visitantes antes de partir, “no dejar nada en el camino, por favor, coloquen todo en sus propias mochilas y lo arrojan en la basura al regresar”.

El trayecto concluye con el regreso en un tradicional camión de los llamados “pau de arará”, con tablones a modo de bancos en la parte trasera, que permiten disfrutar durante 3 kilómetros de recorrido dentro de la hacienda y vistas extraordinarias de la amplitud del cerrado (Ver Imágenes).

Finalmente, el regreso a la recepción de “A Chapada Imperial”, se salda con una tradicional comida regional hecho en hornos a leña llamada “Galinhada Goiania”, que permiten reencontrar lo mejor de los sabores, incluyendo arroz con legumbres, frijoles y pollo de campo.

Obviamente, para los aventureros, siempre está la posibilidad de, practicar arbolismo, recorriendo puentes colgantes entre las copas de los árboles más altos usando técnicas de alpinismo, o tirolesa, descendiendo por un cable de acero. También puede encontrarse a los expertos practicando barranquismo en la Casaca Reina como se ve en el video a continuación.

O bien simplemente acampar, y descubrir durante la noche los sonidos de la activa vida silvestre que incluye lobos-guará el mayor cánido nativo de América Latina, tamanduás-bandeira que es un tipo de oso hormiguero, y hasta onças pintadas el jaguar sudamericano, o hasta encontrar algún tatú –armadillo-, en este verdadero santuario. Y por la mañana disfrutar de un abundante desayuno.

La bienvenida y la despedida queda a cargo de un tucán que actúa como anfitrión y hace compañía hasta durante el almuerzo, así como algunas decenas araras-canindé, los papagayos tradicionales azules y amarillos de la región que están siendo recuperados de las redes de traficantes de animales y reintegrados a la vida silvestre. Como parte del proyecto “bicho libre” del Instituto Brasileño de Medio Ambiente, se están recuperando también las palmeras buruti, cuyo fruto es el alimento principal de los papagayos.