La temática del deportista que una vez fue famoso pero cayó en desgracia y no lo puede aceptar parece atraer a los guionistas y directores de cine por el potencial dramático que ofrece.
Al director Darren Aronofsky le salió muy bien en su película “El luchador”, que conmueve aún más ya que la historia es un reflejo de la agonía por la cual pasó el actor Mickey Rourke, cuya carrera fue dada por muerta en Hollywood.
El punto de partida de la película hispano-uruguaya “Mal día para pescar” es similar a la de “El luchador”: un envejecido ex campeón Mundial de Lucha Libre no se resigna a aceptar que su carrera terminó.
La diferencia es que, en este caso, el personaje llamado Jacob Van Oppen parece ignorar su fracaso y se deja engañar por su manager, el empresario buscavidas Orsini, quien se autodenomina “Príncipe”, incluso en las tarjetas empresariales que reparte con pompa a periodistas, almaceneros, recepcionistas y camareras de los pueblos más remotos de América Latina.
Van Oppen, personaje que interpreta el finlandés Jouko Ahola, es más lineal. Según el director de la película Álvaro Brechner, “lo que quiere es luchar porque es lo que sabe hacer, no tiene ninguna duda de sí mismo”. Pero es su relación con Orsini lo que distingue a esta película y le da su sello único: ellos son dos compañeros de ruta, unidos por la necesidad de mantener en pie la fantasía de que algún día recuperarán la gloria de tiempos pasados.
“Mal día para pescar” está basada en el cuento “Jacob y el otro”, del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti (1909-1994) y es el primer largometraje de Álvaro Brechner.
El film fue hecho en coproducción entre la uruguaya Expresso Films y las productoras españolas Telespan 2000 y Baobab Films. Su estreno en Uruguay el 21 de agosto coincide con muchos homenajes que se realizan este año por el centenario del nacimiento de Onetti.
Orsini, interpretado con maestría por el actor escosés Gary Piquer, es el ilusionista que se encarga de que en cada pueblo que visitan, Van Oppen no tenga chance de perder contra su contrincante.
Pero la farsa parece llegar a su fin cuando Orsini y Van Oppen llegan al pueblo de Santa María, y una pequeña pero obstinada joven se empeña en que el luchador pelee contra su novio, un almacenero de pocas luces pero con 100 kilos distribuidos sin un gramo de grasa por su cuerpo apodado “el Turco”.
Lo que motiva a esta joven, interpretada con garra por la actriz ítalo-argentina Antonella Costa, es el premio de US$ 1000 que ofrece Orsini al que sea capaz de resistir al luchador durante tres minutos en el ring.
Tal como se conocerá en la película, ella necesita con desesperación el dinero y no se dejará amedrantar por Orsini, quien le dice con suavidad pero certeza que Van Oppen le romperá todos los huesos a su novio.
“Mal día para pescar” logra acumular una tensión que permanece bajo la superficie y no estalla hasta el final como en el cuento de Onetti, y le agrega más toques de humor absurdo, especialmente en los encontronazos que se dan entre los dos extranjeros y los pueblerinos, algunos de ellos sospechosos de la grandilocuencia de Orsini y otros que se dejan convencer por su puesta en escena.
Esta película, si bien es una adaptación, logra crear su propia Santa María, la ciudad mítica de Onetti, materializada por Brechner como un pueblo congelado en el tiempo. El clima “western” de la película es parte de la intención del director de mostrar a dos forasteros que llegan a Santa María para enfrentar su destino final.
El sabor agridulce de “Mal día para pescar” dejará a algunos espectadores más deprimidos que a otros, pero sin duda ninguno saldrá imperturbado de la sala de cine.