Los ataques a las Torres Gemelas del Centro Mundial de Comercio, en Nueva York, hace 10 años, no solo destruyeron los rascacielos, cambiaron el carácter de la vida en el vecindario adyacente.
En la pasada década, el área ha evolucionado de su pasado orientado a los negocios, cuando era conocida solo como el distrito financiero, a un enclave más familiar.
Stephanie Hryckowian es hija de un inmigrante ucraniano que era propietario de Beekman Deli, un próspero negocio familiar que brindaba servicio a los trabajadores en las oficinas de las Torres Gemelas durante un cuarto de siglo. Los ataques terroristas de Osama bin Laden devastaron su vida.
“Cuando el presidente dijo agarraron a Osama, me senté y lloré porque estaba muy feliz de que agarraran a ese tipo, porque él arruinó nuestras vidas”, dijo Hryckowian.
El negocio de Hryckowian pasó de hacer $25.000 dólares por semana a cero. La tienda de productos gourmet se cerró y en su lugar funciona un centro de ATM de la cadena de bancos estadounidense Bank of America.
Cerca está uno de los edificios de oficina a los que antes Beekman Deli ofrecía sus servicios. Como muchos edificios más viejos en el bajo Manhattan, fue abandonado por las empresas y convertido en residencia después del 11 de septiembre. El área ahora tiene 56.000 residentes, más de la mitad de lo que tenía hace 10 años.
Luis Vásquez, un agente de bienes raíces, está entre los recién llegados.
“Hoy, el distrito financiero tiene la más alta concentración de hogares con niños en la ciudad”, explica Vásquez.
Tantos, que el New York Times llamó al área el Diaper District o distrito pañal. Difícilmente pasa inadvertido el gran número de niños, cantidad de ellos juegan en un parque frente al río y las madres empujan cochecitos de bebés por las calles.
Jocelyn Zoland vio uno de los aviones estrellarse contra el Centro Mundial de Comercio.
“Es lindo ver que a la sombra de eso están todos estos niños y que hay toda esta actividad, y se ha transformado en un destino maravilloso. Veremos si las cosas cambiarán”, dijo Zoland.
Esta madre estadounidense dice que ese cambio puede incluir millones de turistas que se anticipa inunden el área cuando se complete el museo del 11 de septiembre en la Zona Cero, y decenas de miles de nuevos trabajadores de oficinas que ocuparán la Freedom Tower o Torre de la Libertad, un rascacielos que se está construyendo en reemplazo de las Torres Gemelas.
Pero Beekman Deli no existe más. Muchos negocios en el área continúan cerrados. Stephanie Hryckowian dice que lo que no desapareció fueron las obligaciones de su negocio de pagar su contrato de alquiler hasta 2004, al igual que los impuestos. Esas deudas le costaron a Hryckowian $500.000 dólares en ahorros. Ella ahora alquila su casa y vive con familiares.
“No tenemos seguro de salud. No tenemos ahorros para la jubilación. No tenemos nada después del 11 de septiembre”, asegura Hryckowian.
El bajo Manhattan promete superar las secuelas del 11 de septiembre con más vitalidad que nunca antes. Pero Hrycowian está desempleada y aún tratando de recuperarse de la devastación causada por los ataques de Osama bin Laden.