La lucha por la libertad

“Cada vez tenemos menos dictaduras, y las dictaduras que tenemos cada vez se deshacen más en la corrupción en la putrefacción”.

El premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa defendió la libertad por encima de todos los ideales en un diálogo abierto con todo Latinoamérica.

Cincuenta minutos de entrevista y después de tantear la definición de liberalismo en la que se encuadra Mario, Jorge Fernández le hace ‘la’ pregunta:

‒Mario, aquí en la Argentina, el liberalismo, como palabra, ha quedado vinculado a la dictadura militar, que incluso te prohibió a vos mismo.

‒Asociar el liberalismo a una dictadura es una obscenidad. El liberalismo nació para combatir la dictadura, el liberalismo es la negación de una dictadura. Yo he combatido toda mi vida a las dictaduras, y todas las veces he combatido en nombre de la libertad. Me importa un comino que la dictadura sea en nombre del proletariado o que sea en nombre del Cristo Rey. En última instancia, las dictaduras hacen las mismas cosas: acallan, recurren a la violencia, a la tortura para impedir que las critiquen... Todas las dictaduras son catastróficas, traen violencia, traen pobreza para sus pueblos.

Lea el discurso completo: La libertad y los libros

Mario quiere matizar. Después de desplegar sus capacidades literarias en su discurso ‘La libertad y los libros’ y sus capacidades narrativas en la descripción de su proceso creativo, deberá resumir en una sola respuesta la lucha de toda una vida. Es el momento de resarcirse: meses de polémica, la sala Jorge Luis Borges y otras dos más repletas escuchándole, y la atención de la opinión pública, que le juzgará por lo que diga, pendiente de cada palabra, de cada reflexión del literato.

“La historia del liberalismo es la historia de la lucha permanente en defensa de la sociedad civil contra toda forma de totalitarismo o de autoritarismo, es una manera de crear una sociedad de convivencia, de coexistencia, que es lo que más nos hace falta en América Latina. Nosotros hemos sufrido ya demasiado la intolerancia, censuras, verdades absolutas. Desde la colonia, desde los imperios prehispánicos, ha habido esa idea de que existe una verdad absoluta, y quien no lo acepta y quien no lo cree así se le castiga, se le mata, se le desaparece ‒como dice el ‘Calígula’ esa obra maravillosa de Albert Camus‒ ‘para que desaparezcan los contradictores y las contradicciones en el mundo’”.

“Eso es lo que ha llenado la historia de América Latina de sangre, de víctimas, de horrores políticos y sociales, tenemos que acabar con eso si queremos que América Latina algún día sea un continente de Derechos Humanos, de justicia independiente, de libertad, de progresos, de libertad de igualdades, para que la gente pueda de alguna manera materializar sus deseos”.

Y ese es el rumbo que está tomando el continente, considera Vargas Llosa. “Cada vez tenemos menos dictaduras, y las dictaduras que tenemos cada vez se deshacen más en la corrupción en la putrefacción”.

Los ejemplos de Colombia, Perú, Chile, Brasil, Uruguay, o en El Salvador son ejemplos “estimulantes” del desarrollo de democracias de izquierda y de derecha en un proyecto común. “Parece que por fin la racionalidad, la sensatez y sobre todo la tolerancia, están echando raíces. Y tenemos que trabajar en esa dirección para que desaparezca de una vez por todas la violencia social y la violencia política que tanta sangre ha hecho correr en América Latina”.