Los primeros siete meses del presidente Luiz Inácio Lula da Silva al frente de Brasil han significado un regreso a la política "tradicional" para el gigante sudamericano, que se ha reincorporado a la escena internacional después de cuatro años de aislamiento y ha dado un giro extremo en temas como el cambio climático.
A pesar de desacuerdos en áreas sensibles, como la guerra en Ucrania - sobre la que Lula ha hecho declaraciones vistas como controversiales por EEUU y la Unión Europea - y su alianza renovada con China, analistas afirman que el regreso de un veterano y "maestro en la política brasileña" como Lula, ha significado casi un alivio para quienes veían en su antecesor, Jair Bolsonaro, a un líder "impredecible".
"En muchas maneras, lo que estamos viendo es el regreso a una manera más profesional de hacer las cosas desde el ángulo de la política exterior", afirmó este martes el politólogo estadounidense Matthew Taylor, en un panel sobre la gestión de Lula organizado por el centro de pensamiento Hudson Institute.
Año nuevo, nueva dirección
Después de años alejado de la primera línea de la política brasileña y sumido en escándalos de corrupción que lo llevaron a prisión -aunque posteriormente acabaría siendo absuelto- Lula asumió como presidente de Brasil por tercera vez el 1 de enero pasado.
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"Nuestro mensaje a Brasil es de esperanza y reconstrucción", aseguró entonces el veterano líder obrero de 77 años, de tendencia izquierdista, que ya había ejercido como jefe de Estado brasileño desde 2003 a 2011.
Entre sus principales promesas estuvo el rescatar a un país cada vez más aislado, tanto regional como globalmente, frenar la inflación y promover el crecimiento económico y sostenible, así como priorizar la protección al medio ambiente, con especial énfasis en la Amazonía.
A pesar de unos primeros días de convulso traspaso de poder, en los que partidarios del ultraderechista expresidente Bolsonaro atacaron las principales sedes del Legislativo y del Ejecutivo en Brasilia, Lula ha logrado sobrepasar ese "tremendo reto a la democracia" y encauzar el rumbo, empezando por cambiar la imagen del país en la escena internacional, advirtió el director del Consejo de la Fundación de Libertad Económica en Brasil, Marcio Coimbra.
Entre los logros resaltados por el nuevo gobierno, Lula cumplió su promesa de endurecer las regulaciones sobre posesión de armas, relajadas durante la gestión de Bolsonaro, y anunció una reforma fiscal largamente esperada en el país, además de promover el crecimiento económico.
"La gente está empezando a notar que las cosas están mejorando", dijo Lula este martes en una transmisión en directo por sus redes sociales. "Soy un tipo optimista", resaltó el presidente.
De vuelta al ruedo internacional
"Después de eso, Lula comenzó a enfocarse primero en el nivel internacional, por lo que ha estado viajando mucho por el mundo tratando de dejar realmente a Brasil en un nivel diferente al que lo dejó Bolsonaro, quien fue un presidente que no fue muy bien apreciado por las democracias de Europa y Occidente", agregó Coimbra.
A diferencia de su antecesor, poco dado a las alianzas y conocido por su postura de extrema derecha, que lo alienaron de gran parte del resto del mundo, Lula se dio casi de inmediato a la tarea de restablecer alianzas.
En las primeras semanas de su tercer gobierno Lula viajó a Washington para reforzar la cooperación con su homólogo estadounidense, Joe Biden, con el que se centró en temas de la agenda común como el cambio climático y la protección de la democracia.
También lea Líderes de la UE y América Latina tratan de acercar posiciones en nueva cumbreAntes de eso, el mandatario ya había estado en sus vecinos Argentina y Uruguay, en un avance de lo que sería el regreso del gigante suramericano a mecanismos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos (CELAC) y el Mercosur, dentro de las que también reforzó los nexos con la Unión Europea, en la reciente cumbre UE-CELAC.
El socialista Lula también viajó a China en abril, en parte para relanzar los vínculos con el país asiático y en parte para proponer un plan internacional de mediación entre Rusia y Ucrania, que no acaba de convencer a Kiev y sus aliados, entre ellos EEUU, que no ven con buenos ojos que Lula no haya condenado explícitamente la invasión de Moscú.
"Con Lula sabemos que aunque no es una política alineada con EEUU, podemos lidiar con eso, porque ahora tenemos una idea hacia dónde va la política exterior brasileña. Ya no es tan impredecible", insistió Coimbra, tras considerar que su predecesor, Bolsonaro, "no tenía una política clara" y no se sabía "a dónde iba".
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En cuanto a las diferencias con sus aliados occidentales, en especial con EEUU, Matthew Taylor explicó que "hay muchas áreas en las que tanto somos competidores como podemos encontrar espacio para la cooperación en asuntos económicos".
El profesor de la American University School of International Service con sede en Washington y especialista en América Latina, mencionó además , que "por supuesto, hay una mentalidad muy diferente" entre los dos países.
A pesar de eso, ambos expertos coinciden en que Lula es muy habilidoso en "poner de lado diferencias y jugar con varias cartas a la vez".
Recuperación del Amazonas
La "terrible" situación del Amazonas fue uno de los problemas que la administración Lula se enfocó casi desde los primeros días de este tercer mandato, en una marcada intención de revertir las políticas ambientales de su predecesor, quien abrió el acceso a la agricultura, la minería y la industrialización en territorios de la Amazonía.
Lula designó a la activista amazónica Marina Silva como su ministra de Medio Ambiente y a la líder nativa Sonia Guajajara como la primera ministra de Pueblos Indígenas de Brasil.
También lea Lula se reúne con indígenas en la Amazonía y promete tierrasEn abril, el nuevo gobierno reconoció oficialmente a seis reservas aborígenes, dentro de un esfuerzo por detener la deforestación y la explotación de ecosistemas naturales, que han sido hogares ancestrales indígenas.
Antes, ya había declarado como emergencia sanitaria la situación de la tribu yanomami, diezmada y en peligro de hambruna por la destrucción de sus campos de cultivo y sus cotos de caza y pesca a manos de los mineros ilegales. Lula prometió una acción eficaz contra este flagelo.
A fines de julio, registros oficiales demostraron que la deforestación en el Amazonas se redujo en un 33,6 % durante los primeros seis meses de 2023.
“Se ha alcanzado el esfuerzo de revertir la curva de crecimiento. Eso es un hecho: invertimos la curva; la deforestación no aumenta”, dijo João Paulo Capobianco, secretario ejecutivo del Ministerio del Medio Ambiente, según reportes de The Associated Press.
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