La CIDH llamó a adoptar medidas para que el albergue vuelva a funcionar, luego de que fuera cerrado en medio de hostigamientos a los extranjeros.
La Lechería es una de las paradas del tren que recorre México de sur a norte, en cuyo techo cientos de migrantes viajan día a día, intentando llegar a Estados Unidos. En ese lugar, ubicado en el municipio de Tultitlán, en el estado de México, funcionaba la casa del Migrante San Juan Diego, que recibía y daba ayuda humanitaria a las personas en su tránsito hacia el norte.
El albergue fue cerrado. Según información recibida por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), y difundida a través de un comunicado, el 7 de julio de este año se habrían producido disturbios en los alrededores del refugio. Además, se habrían registrado actos de hostigamiento y amenazas contra los migrantes y los trabajadores del lugar.
Ante estos problemas, los vecinos del sector habrían solicitado el cierre del albergue y estarían pidiendo también que se levante la carpa que se instaló de forma provisoria bajo el puente Independencia para recibir a los migrantes.
Por eso, la CIDH llamó a las autoridades del Estado de México a “adoptar las medidas que sean necesarias para asegurar que los defensores que trabajan en el albergue puedan desarrollar su trabajo en condiciones de seguridad”.
"La Comisión tiene conocimiento de la importancia del trabajo que realiza la Casa del Migrante San Juan Diego. Es necesario que el Estado garantice las condiciones de seguridad necesarias para que este centro pueda reabrir sus puertas”, declaró el Comisionado Felipe González, Relator de la CIDH sobre Derechos de los Migrantes.
El viaje de los viajeros indocumentados a través de México es un trayecto peligroso y muchos mueren en el camino. No sólo deben enfrentar el hambre, el calor, la lluvia y el riesgo de ser arrollados por el tren, sino también a la delincuencia organizada, las extorsiones, los secuestros y el racismo.
A los distintos refugios que funcionan en el país a menudo los migrantes llegan con testimonios de robos, asesinatos y abusos sexuales.
En medio de su recorrido, los albergues ofrecen comida, un lugar donde dormir y un refugio contra las amenazas de la ruta a miles de personas de distintos países de las Américas que intentan llegar a Estados Unidos.
Así lo reconoció la Relatoría sobre Derechos de Migrantes cuando visitó México el año pasado. “Estas personas y organizaciones cumplen una función social de gran valor, donde el Estado ha estado ausente durante muchos años”, dijeron.
La CIDH calificó el trabajo de los defensores de migrantes como de interés “fundamental” para la región y los ha calificado como un “grupo en especial situación de riesgo en vista de las graves y múltiples agresiones que sufren en retaliación a sus actividades”.
“Es imperativo que las autoridades lleven a cabo todas las acciones que sean necesarias para prevenir y combatir cualquier forma de discriminación racial y de xenofobia, y promover el entendimiento entre los habitantes del Estado de México y los migrantes que por allí transitan”, afirmó el Comisionado Felipe González.
Mientras tanto, los migrantes que bajan en La Lechería duermen en las carpas provisionales que se encuentran bajo el puente Independencia, que está a 45 minutos caminando desde la estación donde se detiene el tren. El lugar es sólo una parada más para los migrantes, que desde allí deben recorrer más de mil kilómetros adicionales si quieren llegar a su destino.
El albergue fue cerrado. Según información recibida por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), y difundida a través de un comunicado, el 7 de julio de este año se habrían producido disturbios en los alrededores del refugio. Además, se habrían registrado actos de hostigamiento y amenazas contra los migrantes y los trabajadores del lugar.
Ante estos problemas, los vecinos del sector habrían solicitado el cierre del albergue y estarían pidiendo también que se levante la carpa que se instaló de forma provisoria bajo el puente Independencia para recibir a los migrantes.
Por eso, la CIDH llamó a las autoridades del Estado de México a “adoptar las medidas que sean necesarias para asegurar que los defensores que trabajan en el albergue puedan desarrollar su trabajo en condiciones de seguridad”.
"La Comisión tiene conocimiento de la importancia del trabajo que realiza la Casa del Migrante San Juan Diego. Es necesario que el Estado garantice las condiciones de seguridad necesarias para que este centro pueda reabrir sus puertas”, declaró el Comisionado Felipe González, Relator de la CIDH sobre Derechos de los Migrantes.
El viaje de los viajeros indocumentados a través de México es un trayecto peligroso y muchos mueren en el camino. No sólo deben enfrentar el hambre, el calor, la lluvia y el riesgo de ser arrollados por el tren, sino también a la delincuencia organizada, las extorsiones, los secuestros y el racismo.
A los distintos refugios que funcionan en el país a menudo los migrantes llegan con testimonios de robos, asesinatos y abusos sexuales.
En medio de su recorrido, los albergues ofrecen comida, un lugar donde dormir y un refugio contra las amenazas de la ruta a miles de personas de distintos países de las Américas que intentan llegar a Estados Unidos.
Así lo reconoció la Relatoría sobre Derechos de Migrantes cuando visitó México el año pasado. “Estas personas y organizaciones cumplen una función social de gran valor, donde el Estado ha estado ausente durante muchos años”, dijeron.
La CIDH calificó el trabajo de los defensores de migrantes como de interés “fundamental” para la región y los ha calificado como un “grupo en especial situación de riesgo en vista de las graves y múltiples agresiones que sufren en retaliación a sus actividades”.
“Es imperativo que las autoridades lleven a cabo todas las acciones que sean necesarias para prevenir y combatir cualquier forma de discriminación racial y de xenofobia, y promover el entendimiento entre los habitantes del Estado de México y los migrantes que por allí transitan”, afirmó el Comisionado Felipe González.
Mientras tanto, los migrantes que bajan en La Lechería duermen en las carpas provisionales que se encuentran bajo el puente Independencia, que está a 45 minutos caminando desde la estación donde se detiene el tren. El lugar es sólo una parada más para los migrantes, que desde allí deben recorrer más de mil kilómetros adicionales si quieren llegar a su destino.