Miles de jóvenes de todo el mundo con banderas de sus países y coreando cánticos religiosos convergían el martes en una zona costera del malecón de la capital panameña para el arranque de la Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá un fuerte toque centroamericano, un día antes de la llegada del papa Francisco.
Muchos de los peregrinos llegaron de las naciones vecinas del Istmo, como esperaban los organizadores del gran encuentro juvenil de la Iglesia católica --que se celebra cada tres años-- y el propio Francisco, que tocará por primera vez en su papado tierra centroamericana, afectada aún por inestabilidad política, pobreza y violencia.
En la región han ganado terreno en los últimos lustros las iglesias evangélicas, según expertos.
“Siento una gran emoción de encontrarme con el papa y venir a fortalecer a mi fe católica”, dijo a The Associated Press Roberto Herrera, de 19 años, quien llegó en la víspera junto a 81 residentes del municipio nicaragüense de Bluefields. “Deseo que todo se mejore en mi país con todo lo que ha pasado. Queremos la paz, la reconciliación”.
El gobierno del presidente nicaragüense Daniel Ortega suprimió con fuerza manifestaciones opositoras en las calles que demandaban su salida del poder. Al menos 325 personas, entre ellos jóvenes, han sido asesinadas durante las protestas antigubernamentales que comenzaron en abril de 2018, según organismos de derechos humanos. La Iglesia católica hizo en los primeros meses de la crisis un esfuerzo infructuoso de mediación.
Díaz y otros de sus compañeros, que llevaban una bandera gigante de su país, esperan que Francisco censure la represión estatal y envíe un mensaje de esperanza a los jóvenes. El grupo, como muchos otros peregrinos de Centroamérica, se desplazaron en autobuses hasta Panamá.
“Yo creo que el mensaje del papa, de la Jornada Mundial de la Juventud, es que todos somos hermanos. Nadie es extraño, todos podemos vivir en armonía”, dijo el joven fraile salvadoreño Jonathan Vásquez, quien trabaja en Panamá desde hace tres años. “Deseo que haya un despertar en la juventud”.
Francisco, hijo de inmigrantes italianos en Argentina, se encontrará también con una nueva caravana de migrantes centroamericanos que buscan entrar a Estados Unidos. Un grupo de peregrinos hondureños caminaba por las calles de la capital panameña el martes con una pancarta en que se leía “Papa, ayúdanos a encontrar una vida mejor”.
Los organizadores esperan que participen en los seis días de actividades --cuatro de ellas con la presencia plena de Francisco-- más de 100.000 peregrinos, mucho menos de lo que se esperaba inicialmente.
Desde temprano, en medio de un fuerte sol de estación seca y alta humedad, peregrinos --que vienen también de otros países latinoamericanos, el Caribe, Estados Unidos y en menor cantidad de Europa y demás continentes-- se congregaron en el principal parque de la capital, que se convirtió en un sito de oración, confesión o “Campo del perdón” y de presentaciones artísticas.
La última visita de un papa a Centroamérica se remonta al tercer viaje que realizó Juan Pablo II a Guatemala en 2002 para canonizar al “Hermano Pedro”, que se convirtió en el primer santo de la región.
Panamá sólo vivió la presencia de un pontífice en 1983 en medio del régimen militar, cuando Juan Pablo II realizó su primera gira centroamericana ese año.