La muerte de Laszlo Csatary representa un revés para los sobrevivientes del Holocausto que buscan que los pocos criminales de guerra nazis que aún viven sean juzgados.
Uno de los presuntos criminales de guerra nazis de una lista cada vez más reducida de sobrevivientes, el húngaro Laszlo Csatary de 98 años, murió durante el fin de semana, mientras esperaba ser juzgado por presuntamente haber enviado cerca de 16.000 judíos a los campos de exterminio.
El anuncio de la muerte de Laszlo Csatary fue hecho este lunes en Budapest. Su abogado informó que el presunto criminal de guerra nazi murió en el hospital donde se encontraba internado a raíz de una neumonía.
Su muerte representa un revés para los sobrevivientes del Holocausto que buscan que los pocos criminales de guerra nazis que aún viven sean juzgados.
Csatary supuestamente estuvo involucrado en la deportación de unos 15.700 judíos desde una ciudad en la actual Eslovaquia a los campos de exterminio nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Tras ser sentenciado a muerte en ausencia en 1948, Csatary llegó a Canadá, donde vivió y trabajó como comerciante de arte antes de ser despojado de su ciudadanía en la década de los ‘90.
Posteriormente Csatary regresó a Hungría, donde vivió tranquilamente por años. Los fiscales sólo comenzaron a investigar el caso a finales de 2011, debido a la presión del los cazadores de criminales de guerra nazis del Centro Simon Wiesenthal.
Eventualmente Csatary fue acusado de participar y ayudar en las deportaciones de judíos en 1944, del gueto en Kassa, ahora conocido como Kosice.
El ex oficial de policía supuestamente también "golpeaba regularmente a los prisioneros judíos con sus propias manos y les azotaba con una correa de perro sin ninguna razón especial, independientemente de su sexo, edad o estado de salud".
Csatary fue puesto bajo arresto domiciliario en junio del año pasado, y los activistas exigieron que fuera llevado a juicio.
"Nunca olvidaremos", gritaban grupos de personas mayores y otros más jóvenes frente a su casa en Budapest, mientras que formaban una cadena humana.
Finalmente, un tribunal suspendió el juicio, diciendo Csatary ya había sido condenado.
Algunos incluso cuestionaron si era justo enjuiciar a un anciano frágil. Pero Efraim Zuroff, director de la oficina de Jerusalén del Centro Simon Wiesenthal, cree que nunca es demasiado tarde para la justicia. Su organización quiere continuar con la búsqueda de las decenas de presuntos criminales de guerra nazis que todavía están vivos.
"Cuando miras a un hombre como Csatary, no ves a un individuo viejo y frágil", dijo Zuroff. "Piensas en alguien con todo su poder físico que estaba dedicando toda su energía al asesinato en masa de inocentes. La vejez no debe ofrecer protección a las personas que cometieron estos crímenes atroces" aseguró.
Zuroff dice que muchas de las víctimas del Holocausto nunca tuvieron la oportunidad de llegar a ser viejos y frágiles, ya que fueron asesinados en Auschwitz y otros campos de la muerte.
Csatary mantuvo su inocencia hasta el final. El caso Csatary se desarrolló en medio de preocupaciones dentro de la influyente Iglesia Católica por el aumento del antisemitismo en Hungría, que fue un estrecho aliado de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
El cardenal húngaro Peter Erdo se refirió al tema al participar en Budapest en la Marcha por la Vida que se realiza en forma anual para recordar el Holocausto, en el que 600.000 judíos húngaros se encuentran entre los millones de víctimas.
El anuncio de la muerte de Laszlo Csatary fue hecho este lunes en Budapest. Su abogado informó que el presunto criminal de guerra nazi murió en el hospital donde se encontraba internado a raíz de una neumonía.
Su muerte representa un revés para los sobrevivientes del Holocausto que buscan que los pocos criminales de guerra nazis que aún viven sean juzgados.
Csatary supuestamente estuvo involucrado en la deportación de unos 15.700 judíos desde una ciudad en la actual Eslovaquia a los campos de exterminio nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Tras ser sentenciado a muerte en ausencia en 1948, Csatary llegó a Canadá, donde vivió y trabajó como comerciante de arte antes de ser despojado de su ciudadanía en la década de los ‘90.
Posteriormente Csatary regresó a Hungría, donde vivió tranquilamente por años. Los fiscales sólo comenzaron a investigar el caso a finales de 2011, debido a la presión del los cazadores de criminales de guerra nazis del Centro Simon Wiesenthal.
Eventualmente Csatary fue acusado de participar y ayudar en las deportaciones de judíos en 1944, del gueto en Kassa, ahora conocido como Kosice.
El ex oficial de policía supuestamente también "golpeaba regularmente a los prisioneros judíos con sus propias manos y les azotaba con una correa de perro sin ninguna razón especial, independientemente de su sexo, edad o estado de salud".
Csatary fue puesto bajo arresto domiciliario en junio del año pasado, y los activistas exigieron que fuera llevado a juicio.
"Nunca olvidaremos", gritaban grupos de personas mayores y otros más jóvenes frente a su casa en Budapest, mientras que formaban una cadena humana.
Finalmente, un tribunal suspendió el juicio, diciendo Csatary ya había sido condenado.
Algunos incluso cuestionaron si era justo enjuiciar a un anciano frágil. Pero Efraim Zuroff, director de la oficina de Jerusalén del Centro Simon Wiesenthal, cree que nunca es demasiado tarde para la justicia. Su organización quiere continuar con la búsqueda de las decenas de presuntos criminales de guerra nazis que todavía están vivos.
"Cuando miras a un hombre como Csatary, no ves a un individuo viejo y frágil", dijo Zuroff. "Piensas en alguien con todo su poder físico que estaba dedicando toda su energía al asesinato en masa de inocentes. La vejez no debe ofrecer protección a las personas que cometieron estos crímenes atroces" aseguró.
Zuroff dice que muchas de las víctimas del Holocausto nunca tuvieron la oportunidad de llegar a ser viejos y frágiles, ya que fueron asesinados en Auschwitz y otros campos de la muerte.
Csatary mantuvo su inocencia hasta el final. El caso Csatary se desarrolló en medio de preocupaciones dentro de la influyente Iglesia Católica por el aumento del antisemitismo en Hungría, que fue un estrecho aliado de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
El cardenal húngaro Peter Erdo se refirió al tema al participar en Budapest en la Marcha por la Vida que se realiza en forma anual para recordar el Holocausto, en el que 600.000 judíos húngaros se encuentran entre los millones de víctimas.