A la salida de un supermercado, unos hombres la detienen para una revisión corporal. En la calle, un policía le dice que la fiesta de disfraces terminó. En una acera, un señor le susurra groserías al oído. En la casa, un tío la amenaza con un puñetazo.
Jessie Herrera, de 21 años, es una mujer trans venezolana que busca un país “más seguro para vivir”. Considera que el Estado venezolano “no protege a las mujeres en general, menos a las mujeres transgénero".
Durante 2021, un feminicidio se registró en Venezuela cada 36 horas, según el Monitor de Feminicidios de Utopix, una organización no gubernamental que defiende los derechos de las mujeres. Utopix alerta que en enero de este año, la cifra se incrementó a una mujer muerta cada 32 horas, con 23 homicidios. Solo ocho de los agresores están presos.
Para Herrera, las mujeres trans en Venezuela están doblemente discriminadas. “Ni siquiera está reconocida nuestra identidad de género y no tenemos leyes que nos protejan específicamente”, comenta a la Voz de América está joven que comenzó a transicionar en 2020.
“Siempre supe, aún antes de aceptar mi identidad de género, que si yo llegaba a ser una mujer trans, iba a tener que irme del país porque aquí no iba a ser feliz, no iba a estar segura”, dice Jessie, que tiene como destino previsto Argentina.
También lea Ser ‘trans’ en una Venezuela conservadora y sin ley de identidad de géneroVenezuela, un país fervorosamente conservador y religioso, está rezagado en materia de derechos para la comunidad LGBTQ+, y hasta ahora sigue sin responder a demandas para permitir legalmente cambiar la identidad por razones de género.
Y para Jessie, entregar una hoja de vida puede ser un verdadero tormento. “Aún en momentos de necesidad me ha dado mucho miedo tener que ir y aplicar y presentar un currículo con un nombre y una cédula que no me corresponden”.
También alega que “cuando saben que eres trans, te rechazan”.
Por eso ha considerado recurrir al trabajo sexual online. “Mentiría si digo que nunca lo he pensado” en momentos de mucha necesidad económica.
Jessie estudia Arte en la Universidad Central de Venezuela y Física en la Universidad Simón Bolívar en Caracas. Y trabaja en la web como traductora y profesora de idiomas.
Acosada, discriminada y robada
En Venezuela, Herrera ha sido acosada, atacada, robada y discriminada desde que comenzó su transición.
“Cuando eres una mujer trans, ese escenario está en todas partes. He encontrado ataques desde las esferas online hasta en mi día a día”, dice Herrera, que con 13 años comenzó a sentir que su cuerpo no le correspondía.
“¿Tú eres hombre o mujer?”, le preguntaron mientras “unos guardias” le tocaban el cuerpo a la salida de un supermercado, recuerda.
También recuerda las veces que intentó fallidamente alquilar una habitación en una zona de clase media en el este de Caracas. “Aceptamos solo gente seria”, le dijeron en un lugar. Visitó 12, en ninguno la aceptaron, la razón: ser mujer trans.
Comenzó su búsqueda en zonas populares, encontró a “dos señoras que se mostraron receptivas” pero unos días después le dijeron "que se arrepentían de haber metido a una maldita marica trans en su casa”.
Le robaron ropa, dinero y libros. “Me dijeron que no perdiera el tiempo denunciando, porque las personas trans no tenían ley en Venezuela”. En eso coinciden.
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