Cecilia Tarazona prefiere “el lomo” a la carretilla para transportar los pedazos de troncos secos que recoge en una montaña a una hora de camino de su casa en Montalbán, un pueblo de Venezuela que, como tantos otros, atraviesa una crónica escasez de gas doméstico.
“En la carretilla pesan demasiado”, dice a la Voz de América esta mujer de 59 años y pocas palabras. “De cualquier forma es (un trabajo) fuerte” que repite tres veces por semana.
Y “así pese en la espalda hay que buscarla uno mismo”, para “no estar gastando la monedita”, continúa mientras se prepara para comenzar a cocinar en la acera de su casa.
Prepara las tradicionales cachapas y arepas, a base de maíz, y sopa, que después intenta vender a los pocos transeúntes de este pueblo con una población diezmada por la migración.
Usar leña para cocinar es la alternativa en esta localidad agrícola, pero también en otras regiones de Venezuela azotadas por años por el pobre suministro de gas, que controla el Estado y afecta principalmente a la provincia.
La otrora potencia petrolera, que tiene las mayores reservas probadas de crudo del mundo, muestra los primeros signos de recuperación de una devastadora crisis económica, que disolvió el poder adquisitivo del venezolano y llevó a esa masiva migración.
La falta de gas doméstico, que se unió en un momento a escasez de combustible, ha mejorado sobre todo en las grandes ciudades como la capital Caracas, pero en pueblos pequeños como Montalbán aún es grave.
Al borde de las carreteras del país es común encontrar improvisados puestos de venta de leña, apiladas en torres.
Los ambientalistas han denunciado incluso “ecocidios” en algunas regiones donde la tala es indiscriminada.
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Parmina Tarazona, vecina de Cecilia, olvidó por ejemplo cuando fue la última vez que cocinó con gas. Incluso le sorprende la pregunta. “¡Ufff, hace años!”, responde.
“Todo el mundo cocina con leña”. Parmina lo ve como “normal”, aunque reconoce que es un trabajo pesado.
“Yo misma la busco a todo lo macho, me la montó aquí o en carretilla”, sigue esta mujer de 55 años, mientras señala su hombro. “Bien fuerte es” buscar la leña, agrega.
Ese día, dos hombres se ayudaban de dos burros para trasladar una madera que recogieron y que luego despacharon en una casa cercana a la de Parmina y Cecilia.
En esta zona, una bolsa con troncos secos que dura “unos dos días o dos cocinadas” puede costar de 2 a 4 dólares, depende del vendedor.
Fidela Sánchez, de 72 años, compra, por ejemplo, la leña “ya picadita” en 2 dólares y le rinde cuatro días. Vende dulces criollos por encargo en ciudades vecinas, aunque los pedidos han bajado.
Según el más reciente estudio elaborado por la ONG Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP), el 62% de los ciudadanos en 12 ciudades del país utilizan el gas para cocinar, pero sólo el 38% tiene acceso continuamente a este servicio.
Sin embargo, estos estudios no abarcan poblados como Montalbán.
En un intento por reconocer las fallas de los servicios públicos, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, pidió a su equipo trabajar para “mejorar” el servicio.
“Ministros y ministras a ponerse las pilas pues, (…), ahora vamos con el gas, la electricidad y las telecomunicaciones, a mejorar nuestra Venezuela amada'', dijo hace unos días por el canal del Estado en referencia a un nuevo plan que lanzó por el “buen gobierno” en el que responde a denuncias de problemas en infraestructura o en la misma administración pública.
De cualquier forma, es una realidad ajena a Cecilia y Parmina, que en pocos días saldrán de nuevo a la montaña y volverán cargadas de leña en los hombros.
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