En el centro histórico de la capital colombiana se encuentra El Museo del Oro de Bogotá, que cuenta con una de las más grandes exposiciones de arte precolombino con miles de objetos de oro, cerámica y líticos, que cuentan la historia y rituales sagrados de las sociedades indígenas del país.
La mayoría de las más de 34.000 piezas expuestas al público están talladas en oro, en figuras representadas en narigueras, pectorales, coronas, aretes, collares y otros elementos que son la muestra del valor sagrado y ancestral que representaba este metal precioso para estos pueblos.
Dentro las icónicas figuras que se puedan admirar está la Balsa Muisca, una pieza excepcional que representa la ceremonia de proclamación del cacique indígena, que navegaba cubierto completamente de oro la laguna de Guatavita y que da origen a la famosa leyenda de El Dorado, aquel lugar donde entre los españoles existía el mito de una ciudad hecha completamente de oro.
“Aquí podemos encontrar la historia de hombres, mujeres y niños que vivieron en este territorio hace más de 2.000 años y que nos dejaron un legado, unas historias y unas técnicas, formas de ver el mundo y de entender el entorno natural que hoy día nos puede ser muy útil para nosotros entendernos en este lugar que habitamos”, indicó a la Voz de América, Ana María González, antropóloga del Museo del Oro.
Durante el recorrido por las cuatro salas, también se pueden encontrar otras figuras hechas de oro de gran valor arqueológico del país, como ornamentos de mujeres Quimbayas y pectorales femeninos de las culturas Zenú y San Agustín.
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“Es una muestra de cómo eran realmente nuestras culturas ancestrales, de maravilla su capacidad de transformación, de creación, donde, sin ninguna tecnología, fueron unos orfebres maravillosos”, comentó a la VOA Aura Niño, uno de los cientos de visitantes que recibe el museo.
En los distintos espacios destacan la relación íntima con el oro de las comunidades indígenas Calima, Muisca, Quimbaya, San Agustín, Pasto, Tairona y Zenú, de las regiones de los Andes, el Pacífico y el Caribe.
Un boleto para el ingreso cuesta alrededor de 2 dólares; sin embargo, los domingos la entrada es completamente gratuita para cualquier público. El museo fue inaugurado en 1939 por el Banco de la República de Colombia, con la adquisición de la principal pieza del lugar, el “poporo” Quimbaya.
El poporo, que mide unos 23,5 centímetros de altura y tiene un peso de alrededor de unos 777,7 gramos, de acuerdo con datos del Museo del Oro, es un recipiente que utilizaban los indígenas Quimbayas para almacenar la cal con la que mascaban la hoja de coca en cada uno de sus rituales.
“En el año 39, el Banco de la República recibe el famoso poporo quimbaya que es esta pieza insignia del museo para que fuera cuidada por el banco porque estaba en peligro de perderse. Muchos de los objetos de oro prehispánico de este país fueron sacados del país fundidos y se perdió parte de nuestra historia”, explicó González.
El museo, que cuenta con otras sedes repartidas en distintas ciudades de Colombia, ha sido destacado por la revista National Geographic como uno de los mejores museos de historia del mundo, por sus piezas de orfebrería inigualables y una de las muestras prehispánicas más importantes de América Latina.
“No conozco muchos ejemplos de lugares alrededor del mundo que tengan una colección de este calibre, de esta significación para el país. Es la creación de una narrativa nacional que a veces queda olvidada, una parte precolombina”, dijo al final del recorrido Mario Brume, que hace parte de los cerca de 630.000 visitantes que recibe al año el Museo del Oro.
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