La crisis generada por el COVID-19 ha impactado directamente el envío de remesas en Nicaragua. Miguel González, a quien sus familiares le envían dinero desde Estados Unidos dijo a la Voz de América que actualmente recibe un menor porcentaje de dinero debido a las afectaciones en los ingresos de su familia por la pandemia mundial.
No obstante, González se siente afortunado, pues asegura que muchos ciudadanos han dejado de recibir este ingreso desde que estalló la crisis.
“Claro que están enviando menos, si la gente allá no está trabajando. No hay dinero. El dinero está parado y la ayuda no ha empezado a llegar”, explicó González.
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González, quien trabaja como mecánico, destina el dinero de las remesas para gastos elementales en su hogar. “Priorizamos la comida, los granos básicos: arroz, frijoles, aceite, cada tres días podemos comer carne, o las posibilidades que tengamos”, añadió.
Nicaragua es uno de los países de Latinoamérica cuya economía depende en gran parte del dinero que envían nicaragüenses desde otros países, y aunque el gobierno no ha presentado cifras oficiales, economistas como Luis Núñez advierten de una caída en los envíos de hasta el 25%.
“Yo estimo en cálculos bastante gruesos que las remesas podrían disminuir entre el 20 y el 25% a nivel nacional. En el caso de Nicaragua es mucho más importante porque nuestras remesas sí constituyen un flujo fundamental para la economía nacional, muchas familias viven del envío de remesas de sus familias en el exterior”, explicó el experto.
Argumentó que las proyecciones económicas ya están alertando sobre una caída de -2% del crecimiento económico en Estados Unidos que causará tres millones de desempleados, de los cuales 18% son migrantes latinoamericanos y del Caribe, 595,000 trabajadores.
En tanto, el economista de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social, Álvaro López, sostiene que la imperante caída de las remesas afectará el consumo nacional y la calidad de vida de los nicaragüenses.
Aunque el centro de pensamiento de momento no puede definir cuál será el nivel del daño en esta actividad económica, apuntan a que el consumo se va a ver severamente afectado. Estamos hablando del consumo de miles de familias de nicaragüenses, donde no estamos hablando de bienes suntuarios, si no bienes básicos: alimentos, medicina, acceso a la salud, al agua potable”, manifestó López.
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El caso de las remesas en Nicaragua es preocupante ya que en 2019 su economía sufrió una caída de menos 5.3% en la que las remesas fueron el único indicador macroeconómico positivo con un incremento de 200 millones de dólares, sosteniendo a más de 700,000 hogares.
El analista y experto de remesas, Manuel Orozco, dijo en un reciente artículo de opinión publicado en el medio Confidencial que, “la economía de Nicaragua, como la de Venezuela, ha sufrido daños fuertes, en donde su Producto Interno Bruto de 12.300 millones de dólares en 2019 era igual al de 2015, pero que en términos per cápita (el ingreso de una persona para subsistir) es igual al 2013”.
El analista considera que la caída de las remesas se debe entender en términos del impacto sobre los hogares, y escribe textualmente: “En estos países con una contracción del 5% de hogares que dejen de percibir remesas, y una contracción económica regional del -1.6%, las condiciones de recuperación son difíciles y requieren de intervención pública y privada inmediata”.
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