Nicaragua: Simpatizantes del gobierno agreden a obispos y nuncio

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Partidarios del gobierno frente a una iglesia en Diriamba, Nicaragua, julio 9,2018. REUTERS / Oswaldo Rivas. El nuncio Apostólico de Nicaragua y varios obispos fueron agredidos por simpatizantes del gobierno afuera de una iglesia en Diriamba, al sur de Managua, una ciudad donde hubo una fuerte represión el domingo.

Representantes de la Iglesia Católica de Nicaragua y el nuncio Apostólico Stanislaw Waldemar Sommertag fueron agredidos por simpatizantes del gobierno del presidente Daniel Ortega al llegar a mediar en un conflicto en Diriamba, que sufrió una fuerte represión el domingo.

Imágenes difundidas por medios locales que cubrían la llegada de los líderes religiosos a la ciudad ubicada a 46 kilómetros al sur de Managua mostraron cómo un grupo de simpatizantes con banderas del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional y personas encapuchadas rodearon al cardenal Leopoldo Brenes, al obispo Auxiliar de la capital, Silvio Báez y otros religiosos.

Partidarios del gobierno parados frente a una iglesia en Diriamba, Nicaragua, julio 9,2018. REUTERS / Oswaldo Rivas.

El primero trató de hablar con las personas que lo rodeaban, pero no lo dejaron. Decidió ingresar con el nuncio y demás religiosos a la Basílica de San Sebastián, pero empezó un forcejeo. Entre ofensas y golpes finalmente lograron pasar.

Los grupos afines al gobierno también entraron al templo y golpearon a varios religiosos, entre ellos, al obispo auxiliar Báez y al párroco de Masaya, Edwin Román, ambos con heridas de arma blanca en la mano.

Periodistas locales también fueron agredidos y objeto de robo.

Un partidario del gobierno habla con religiosas frente a una iglesia en Partidarios del gobierno parados frente a una iglesia en Diriamba, Nicaragua, julio 9,2018. REUTERS / Oswaldo Rivas.

Los religiosos viajaron a Diriamba para respaldar a las víctimas de un ataque armado cometido el domingo por policías y parapolicías. Producto de la represión, varias personas habían quedado encerradas en la Basílica.

"Todo se puede evitar cuando razonamos", dijo el obispo auxiliar Báez a Radio Corporación, después de ser herido en el brazo derecho.

El director de la no gubernamental Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos, Álvaro Leiva, que formaba parte de la caravana que llegó a Diriamba, dijo que el ataque a los líderes de la Iglesia Católica, es algo que agudiza la crisis. "Estoy sin palabras, de verdad nunca esperé que algo así ocurriera, un irrespeto completo", señaló.

"El mundo debe ver lo que está pasando en Nicaragua. Han agredido a los obispos, a periodistas, el gobierno va dejando sin posibilidad la salida de la crisis por medio del diálogo", dijo el presidente del Consejo Superior de la Iglesia Privada, José Adán Aguerri.

El cardenal Leopoldo Brenes pidió el domingo a Ortega detener esas acciones. "Por favor, en el nombre de Dios, detengan esa acción, que va a llevar más dolor, más tristeza y quieran o no, esta situación la cargan sobre sus hombros", dijo durante una homilía en la catedral de Managua.

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, saluda a simpatizantes durante las celebraciones con motivo del 39 ° aniversario del "repliegue" en Managua, Nicaragua, el 7 de julio de 2018. REUTERS / Oswaldo Rivas -

A su vez, el obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez, dijo que las autoridades eclesiásticas, que han realizado tareas de mediación, evaluarán si las pláticas entre las partes pueden reanudarse esta semana. "Ellos (el gobierno) serán los responsables, si el diálogo se rompe, de no haber querido involucrar una salida pacífica a esta crisis nacional que ellos mismos han provocado, y la historia los juzgará por intransigentes, mentirosos y soberbios".

La situación de Diriamba se da dos días después que Ortega anunciara que no está dispuesto a adelantar las elecciones como lo ha demandado una buena parte de la población nicaragüense en las calles.

Las protestas se iniciaron el 18 de abril en contra de una fallida reforma a la seguridad social y tras la represión que ha dejado unos 250 muertos se transformó en un reclamo general para la salida del poder del presidente Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo.