“No es fácil ser mujer en Afganistán”: Nilofar Bayat, deportista y activista afgana

Nilofar Bayat es la primera deportista afgana en jugar en un equipo mixto de baloncesto.

Un año después de la toma de Kabul por parte de los talibanes, Nilofar Bayat, refugiada y activista afgana, conversó con la Voz de América sobre su historia de superación y explicó cuál es la situación actual de las mujeres en su país natal.

Nilofar Bayat era una niña cuando un proyectil lanzado por las milicias muyiahidines alcanzó su hogar, en Kabul. Uno de sus hermanos falleció, y ella sufrió daños en la médula espinal que la dejaron en una silla de ruedas.

Gracias a sus deseos de superarse y valiéndose de una gran fuerza de voluntad, la joven que ahora tiene 29 años logró labrarse un futuro prometedor. Estudió derecho, se convirtió en la capitana de baloncesto del equipo nacional en silla de ruedas y trabajó en una delegación de la Cruz Roja en Kabul.

“No es fácil ser una mujer en Afganistán, y la discapacidad hace que los desafíos sean dobles”, dice a la Voz de América Bayat, considerada por la BBC como una de las 100 mujeres más influyentes de 2021, y condecorada con premios como la Medalla de Oro De la Cruz Roja.

“No era para nada fácil, no había más oportunidades para que las mujeres discapacitadas encontraran trabajo y vivieran mejor, pero tenían libertad para ir a la universidad y estudiar”, explica sobre la época en la que los talibanes aún no habían retomado el control del país.

Pero cuando las tropas estadounidenses se retiraron y el gobierno talibán tomó Kabul, en agosto de 2021, la situación de Bayat y la de millones de personas dio un giro radical: “Cuando vinieron los talibanes se llevaron todas esas oportunidades y la vida cambió para todos, pero para la gente con discapacidad y las mujeres fue peor”.

La estampida

Ante el nuevo panorama, Bayat decidió huir.

“Es la peor imagen que tengo en mi mente, y aún estoy muy triste y me siento deprimida cuando lo recuerdo”, dice mientras recuerda el momento vivido en el aeropuerto de Kabul, cuando ante el pánico de ser gobernados por los talibanes, miles de personas acudieron al lugar con el objetivo de abordar vuelos de repatriación y salir del país. La desesperación y el miedo de los afganos llegó a tal punto que, incluso, algunos trataron de subir a aviones que estaban despegando.

Pasajeros esperan autorización para volar desde el aeropuerto internacional de Kabul, el 10 de septiembre de 2021.

“La gente escapaba para solamente poder sobrevivir”, rememora Bayat. “Vi a miles de personas que estaban allí y que estaban tratando de entrar al aeropuerto. Los talibanes estaban golpeando, empujando y tratando de detener a las personas para que volvieran a casa”.

Ese día fue la primera vez que la joven se encontró tan cerca de los talibanes. Incluso intentó conversar con uno de ellos para que ella y su marido Rashed, también discapacitado, pudieran entrar al aeropuerto.

“Le dije que tenía una invitación de España, que tenía todos mis documentos para ir a España. Él no contestó. Le dije una segunda vez: ‘Sólo mire, tengo todo’. No me respondió y le dijo unas palabras muy malas a mi marido. Le dijo que no era un hombre suficientemente bueno porque su mujer estaba dirigiéndose a un hombre”, explica Bayat.

Después de ese episodio -dijo- los talibanes les golpearon y se deshicieron de su equipaje, el cual contenía todas sus pertenencias, incluidos todos los certificados del colegio y la universidad.

Ambos jóvenes estuvieron más de 48 horas en el aeropuerto de Kabul. Bayat afirma que cada segundo que pasó allí pensó que los talibanes entrarían y atacarían a los que trataban de huir.

Finalmente, gracias a las redes sociales y a la ayuda del fotoperiodista español Antonio Pampliega, a quien conoció en Afganistán mientras él realizaba un reportaje, la joven y su pareja consiguieron abordar un avión destinado a fines humanitario con rumbo a Madrid.

Nilofar Bayat, su marido, y un grupo de refugiados afganos llegan a la base de Torrejón de Ardoz, en Madrid, el 20 de julio de 2021.

Más tarde, la pareja se trasladó a Bilbao. Desde el norte de España, Bayat reflexiona sobre cómo ha cambiado la vida de sus compatriotas desde la instauración del Emirato Islámico por parte de los talibanes.

“Hablo con mis compañeras de equipo, amigas y conocidas que están en Afganistán. No pueden salir de casa solas, si salen los talibanes les preguntan ‘¿dónde van? ¿por qué están solas?' (...) ‘Tienen que volver a casa’ (…) Mis amigas que iban a la universidad ahora están encerradas en sus hogares y no pueden ir”, explicó.

Organismos internacionales como Organización de Naciones Unidas (ONU) han alertado acerca de la vulnerabilidad en que se encuentran las mujeres y niñas en Afganistán.

“En los últimos 12 meses, las violaciones de derechos humanos contra las mujeres y las niñas han aumentado constantemente. A pesar de las promesas iniciales de que a las mujeres se les permitiría ejercer sus derechos dentro de la ley Sharya, incluyendo el derecho a trabajar y estudiar, los talibanes han excluido sistemáticamente a las mujeres y niñas de la vida pública”, señala la ONU en un informe reciente.

Cancelado el derecho a la libertad de expresión

Bayat también condena la falta de libertad expresión actual en su país natal.

“Tengo a un amigo que publicó un post en Facebook sobre los talibanes. Ahora estará en la cárcel durante 6 años, solo por un post en redes sociales”, afirmó.

Amnistía Internacional alertó en uno de sus reportes sobre el país que los talibanes “recortaron sustancialmente los derechos a la libertad de reunión y de expresión”.

El gobierno talibán solamente es reconocido por una minoría de países. En la imagen, talibanes pasean por Kabul el 16 de septiembre de 2021.

En Bilbao, a miles de kilómetros de Kabul y mientras se aclimata a su nueva vida y aprende español, Bayat ha podido continuar practicando una de sus grandes pasiones: el baloncesto.

“El deporte es una parte muy importante de mi vida. Con el baloncesto encontré la manera de mejorar y ayudar a otras mujeres”, explica la joven, que además de haber sido parte del equipo nacional, en su país natal apoyaba a otras mujeres discapacitadas para que comenzaran una nueva vida a través del deporte.

La experiencia en el club paralímpico Bibaideak Bilbao

Bayat cuenta que antes de llegar a España, sólo había competido con mujeres.

Su experiencia se amplió al integrar el club paralímpico Bibaideak Bilbao, ganador de la última Copa del Rey y constituido por profesionales que vienen de países como Argentina, Reino Unido y México.

Ahora, cuenta, tiene la oportunidad incluso de jugar junto a Ramesh.

“Estaba muy feliz porque era la primera vez que legalmente podía jugar con mi marido en el mismo equipo”, explica.

Nilofar Bayat y su marido Ramesh Naik Zai después de un entrenamiento con su equipo Bididieak, en Bilbao, España.

Aunque contenta por su vida actual, Bayat afirma que no se olvida de sus compañeras de la selección afgana. Algunas de ellas han podido instalarse en Madrid, mientras otras tienen visado para venir a España pero están esperando poder salir de Afganistán: “El día que me fui del país les dije a mis chicas que no las dejaría solas”.

“Cuando lleguen tengo el plan de empezar el equipo de Afganistán de nuevo y hacer competiciones para enseñar que los talibanes no nos pueden parar. Vamos a brillar como siempre y levantaremos la bandera de Afganistán”, afirmó.

Nilofar y sus compañeras de la selección nacional de baloncesto de Afganistán durante un entrenamiento en Kabul el 7 de febrero de 2020.

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