Una gran parte de España luchaba este martes por regresar a la normalidad tras una nevada récord de 30 horas, seguida de temperaturas bajísimas que transformaron la nieve caída en planchas de hielo que cubrieron calles y rutas en zonas no habituadas a inviernos extremos.
El portavoz de la agencia meteorológica AEMET, Rubén del Campo, dijo que las temperaturas de la noche anterior habían sido las más bajas al menos desde 2001. Once de las 51 provincias y regiones autónomas mantenían el nivel de alerta más alto.
Las escuelas permanecían cerradas en Madrid y grandes sectores del centro de España, mientras las cuadrillas de emergencia se esforzaban por habilitar rutas, despejar árboles caídos, reparar cables eléctricos y asegurar la distribución de alimentos y la vacuna contra el coronavirus.
Las autoridades exhortaron a la población a no salir de sus casas salvo por razones indispensables, para evitar accidentes que pudieran añadir a la tensión en las salas de emergencia. Un hospital militar en la capital registró un aumento preocupante de los casos de traumatismos, dijo la ministra de Defensa, Margarita Robles, el lunes por la noche.
En visita al centro de operaciones de una unidad militar de emergencia, el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, agradeció a las cuadrillas de protección civil y los soldados.
“Nos ha tocado vivir tiempos difíciles y complejos, pero saldremos adelante porque la sociedad española no se rinde ante las adversidades”, dijo Sánchez en declaraciones televisadas.
La población de Bello, en la provincia norteña de Teruel, registró 25,4 grados Celsius bajo cero, la temperatura más baja desde 1982.
En Madrid y los alrededores, con 6,6 millones de habitantes, los termómetros cayeron a 16 bajo cero durante la noche. Sin embargo, el día amaneció soleado, lo que dio algún respiro a la gente que debía ir a sus trabajos y a las cuadrillas que recogen hielo y escombros desde las calles.
El ayuntamiento dijo en una evaluación preliminar que al menos 150.000 de los 800.000 árboles de Madrid cayeron bajo el peso de la nieve.
El departamento de salud regional dijo a la Associated Press que la demora no afectaría la campaña local de vacunación contra COVID-19, que continuaba en residencias para ancianos y entre el personal sanitario con dosis recibidas anteriormente.
En la sede de SUMMA 112, el servicio de emergencias madrileño, se instaló un centro de vacunación improvisado en el sótano de un almacén para inocular a unos 1.500 empleados.
“Es importantísimo para la población mundial que todos nos vacunemos para acabar con esta pandemia”, dijo el conductor de ambulancia Pedro Lara al recibir su primera dosis el martes. “Es la única manera de poder acabar con ella. Los sanitarios hemos cumplido con nuestra obligación de estar aquí para vacunarnos voluntariamente y esperemos que sigamos todos el mismo camino”.
El aeropuerto de la capital, el más transitado del país, esperaba reabrir en las próximas horas y el servicio ferroviario se restablecía lentamente.