Janet Reno, la primera mujer en ser fiscal general de Estados Unidos y el epicentro de varia tormentas políticas durante la administración de Bill Clinton, murió a los 78 años de edad.
Reno murió el lunes de madrugada por complicaciones de la enfermedad de Parkinson, dijo su ahijada, Gabrielle D’Alemberte.
Reno fungió como fiscal durante ocho años, el período más largo en el último siglo, y fue famosa por las frases “yo no hago vueltas”, en referencia a que no buscaba salidas que no fueran directas, y “la peseta se acaba aquí”, para asumir responsabilidades.
Fue una de las figuras más conocidas y divisivas del gobierno de Clinton. Enfrentó críticas al comienzo de su mandato por el mortal asalto a un complejo de davidianos en Waco, Texas; tuvo que ver en los escándalos de la administración como el caso de Whitewater y más tarde, el de Monica Lewinsky.
En la primavera de 2000 enfureció a la comunidad cubano-estadounidense de su Florida natal al autorizar la captura en una operación armada de Elián González, de 5 años, de la casa de unos familiares para poder devolverlo a Cuba con su padre.
En 2002 se presentó sin éxito a las elecciones a gobernador de Florida.
Janet Wood Reno nació el 21 de julio de 1938 como la cuarta hija de una pareja de reporteros. Creció en los pantanos de Florida, en una casa de ciprés y ladrillos construida por su madre, y regresó allí luego de salir de Washington.
Después de graduarse de Cornell Univerity con un título en Química, Reno se convirtió en la 16ª. mujer en la clase de la Escuela de Leyes de Harvard de 1963. A pesar de medir más de dos metros dijo que aspiraba a ser abogado “porque no quería que la gente le dijera qué hacer”.
En 1993, Clinton la nombró fiscal luego que sus dos primeras nominadas, también mujeres, se retiraron del proceso porque habían contratado nanas inmigrantes indocumentadas.
En 1995, aun siendo fiscal, se le diagnosticó el Parkinson luego de notar temblor en sus manos. Desde el comienzo de la enfermedad, que anunció en conferencia de prensa, dijo que eso no le impediría seguir trabajando. Y sus críticos —tanto demócratas como republicanos— tampoco le hicieron la vida fácil por ella.
Reno pasó sus últimos días rodeada de familiares y amigos en su casa de Miami.