En un esfuerzo por combatir la propagación de enfermedades transmitidas por mosquitos en las Américas, expertos en laboratorio se han reunido esta semana bajo el paraguas de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Santo Domingo, República Dominicana.
La reunión tiene como objetivo expandir las capacidades de detección y vigilancia de enfermedades como el dengue, el chikungunya y otros arbovirus, en un momento en que la región enfrenta brotes significativos de estas enfermedades.
El director adjunto del Departamento de Emergencias en Salud de la OPS, Sylvain Aldighieri, resalta que "al menos nueve arbovirus con impacto en la salud pública -como dengue, zika, chikungunya y fiebre amarilla- circulan en Latinoamérica y el Caribe, por lo que fortalecer y ampliar las capacidades de detección y vigilancia por laboratorio es clave para asegurar una respuesta oportuna ante brotes y epidemias".
Estos arbovirus, transmitidos por mosquitos, representan un desafío complejo debido a su potencial epidémico. Según José Luis San Martín, asesor regional en enfermedades arbovirales de la OPS, "el cuadro epidemiológico de las arbovirosis en la región es de una alta complejidad debido al potencial epidémico de estas enfermedades". En este sentido, una estrategia integral de prevención y control que incluya innovaciones y vigilancia desde el laboratorio es crucial para seguir el avance de estos virus.
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Durante la reunión anual de la Red de Laboratorios de Diagnóstico de Arbovirus (RELDA) de las Américas, miembros de 35 laboratorios nacionales de toda la región, asesores técnicos y centros colaboradores de la OMS se han dado cita para revisar las formas de ampliar las vigilancias genómica y entomovirológica a los principales arbovirus, de acuerdo con una nota informativa difundida por la OPS.
Mejores políticas sanitarias
La pandemia de COVID-19, explican los expertos del organismo, demostró la importancia de la vigilancia genómica en la comprensión y control de un virus, así como también la implementación de políticas más efectivas al respecto. María Alejandra Morales, directora del Centro colaborador de la OPS/OMS en fiebres hemorrágicas virales y arbovirus, resalta que "la RELDA tiene un papel clave que jugar en el fortalecimiento, crecimiento y mejora continua del componente de laboratorio de la estrategia de gestión integrada de arbovirus" que impulsa la OPS. A través de la secuenciación genómica, los laboratorios pueden identificar los virus circulantes, sus patrones de dispersión y analizar mutaciones asociadas a la transmisión o gravedad.
La vigilancia entomovirológica, que detecta virus en los mosquitos antes de que afecten a los humanos, también ha cobrado importancia. Para ello, la OPS creó la Red de Laboratorios de Entomo-Virología de las Américas (RELEVA) para adelantar alertas tempranas de brotes. En palabras de Giovanini Coelho del equipo de Entomología de Salud Pública de la OPS, "se han desarrollado diversas estrategias de prevención y los países pueden adaptarlos a sus necesidades locales".
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El dengue, transmitido principalmente por el mosquito Aedes aegypti, es endémico en muchas regiones de las Américas. La urbanización y el cambio climático han ampliado su propagación, aumentando los riesgos para la población. El doctor Raman Velayudhan de la OMS, destaca que "la incidencia ha aumentado casi ocho veces desde el año 2000". La mayoría de los casos se concentran en Brasil, donde se ha registrado el 80 % del total en la región del Cono Sur.
Las medidas de control del vector son esenciales para prevenir el dengue. La eliminación de criaderos, el uso de repelentes y mosquiteros, así como la participación comunitaria en la implementación de estas medidas, son fundamentales. Como afirma Velayudhan, "tras la COVID-19, necesitamos reestructurar los programas para una mayor integración y asegurar que los sistemas de salud puedan gestionar".
Ante este escenario, desde la OPS insisten en que el dengue en las Américas es una preocupación persistente que requiere esfuerzos colaborativos en diversas áreas, desde la vigilancia genómica hasta la participación comunitaria en la prevención. Con arbovirus circulando en la región y brotes recurrentes, la vigilancia y respuesta eficaces son esenciales para proteger la salud pública y enfrentar este desafío complejo.
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En medio de un preocupante incremento de los casos de dengue en diversas partes del mundo, especialmente en países de las Américas, varios especialistas ya dieron la voz de alarma a principios de mes para advertir sobre la necesidad de examinar la situación global y los métodos para mitigar la propagación de esta enfermedad transmitida por mosquitos.
Durante el seminario web titulado "EPI-WIN: Gestión del dengue: una epidemia en rápida expansión", expertos provenientes de todo el mundo resaltaron que alrededor de la mitad de la población mundial está actualmente en riesgo de contraer dengue, con estimaciones de entre 100 y 400 millones de infecciones anuales.
Según el doctor Raman Velayudhan, jefe de la Unidad de Salud Pública Veterinaria, Control de Vectores y Medio Ambiente, y Enfermedades Tropicales Desatendidas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), "la incidencia ha aumentado casi ocho veces desde el año 2000". De acuerdo a los datos que proporcionó, antes de 1970, el mosquito vector del dengue solo se encontraba en alrededor de media docena de países, pero ahora su presencia se ha expandido a más de 130 países.
También lea "Los primeros días son los peores": Virus del dengue provoca emergencia sanitaria en PerúEn el contexto de las Américas, el dengue se propaga principalmente a través del mosquito Aedes aegypti, y la enfermedad es endémica en muchas naciones de la región. Los brotes tienden a ser cíclicos cada 3 a 5 años, en correspondencia con los patrones estacionales marcados por los meses cálidos y lluviosos, períodos propicios para la reproducción de los mosquitos.
Los datos del dengue
En 2023, la región de las Américas ha experimentado un aumento significativo en los casos de dengue. Hasta el momento, se han reportado más de 3 millones de nuevas infecciones, superando los registros de 2019, el año con la mayor incidencia de la enfermedad en la región, con 3,1 millones de casos, que incluyeron 28.203 casos graves y 1.823 muertes.
La mayoría de estos casos, más de 2,6 millones, se concentran en la región del Cono Sur, siendo Brasil responsable del 80 % del total. No obstante, se ha observado una transmisión excepcionalmente alta en otras áreas del continente, incluida la región andina, con más de 400.000 casos y una tasa de mortalidad más elevada. En respuesta a esto, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) emitió recomendaciones en marzo y junio de este año para ayudar a los países a enfrentar el incremento de los casos de dengue.
También lea UNICEF: Niños los más afectados de una crisis climática que otros crearonConforme el hemisferio sur entra en los meses más fríos y secos, los casos de dengue disminuyen en algunas zonas de la región, pero se anticipa un aumento en América Central y el Caribe durante la segunda mitad del año. Recientemente, la OPS emitió una alerta proporcionando pautas a las autoridades nacionales para fortalecer la vigilancia y preparar los sistemas de salud frente a un posible incremento en los casos.
La prevención del dengue depende en gran medida del control del vector, ya que no existe un tratamiento específico para la enfermedad. La erradicación de los mosquitos involucra medidas químicas y mecánicas, como el uso de insecticidas, repelentes y eliminación de sitios de reproducción. Sin embargo, la participación activa de las comunidades es crucial para el éxito de estas estrategias, especialmente en la identificación y eliminación de posibles criaderos.
El dengue es una infección viral transmitida por mosquitos a los humanos. Aunque la mayoría de las infecciones son leves o asintomáticas, la enfermedad puede volverse grave e incluso fatal en algunos casos. Los síntomas incluyen fiebre alta, dolores de cabeza intensos, dolor muscular y articular, erupciones cutáneas y en casos graves, puede causar complicaciones como shock, dificultades respiratorias, sangrado y daño a los órganos. Con el aumento de los casos y la expansión de las áreas afectadas, la colaboración internacional y las estrategias de prevención comunitaria se han vuelto esenciales para controlar esta enfermedad.