El papa Francisco visitó un santuario venerado por los polacos y alabó a su fallecido antecesor Juan Pablo II como un hijo de Polonia: "humilde pero poderoso".
El Pontífice está en el segundo día de una visita de cinco al país europeo asistiendo a las celebraciones de la Jornada Mundial de la Juventud, la mayor reunión de jóvenes católicos del mundo, que se realiza en diferentes países cada tres años.
Francisco también rindió homenaje a los polacos "comunes pero extraordinarios" que se mantuvieron fieles a su fe católica pese a las presiones del régimen comunista.
El pontífice argentino de 79 años que realiza su primera visita a Europa oriental contempló maravillado el ícono llamado Madona Negra con su Hijo en el monasterio Jasna Gora.
La escultura, ennegrecida con el paso de los años, comenzó a ser exhibida en el siglo XIV.
Más tarde, durante una misa al aire libre en Czestochowa ante una multitud que parecía superar las 100.000 personas, el Pontífice alabó la intensa cultura católica de Polonia e pidió a los polacos mantenerse leales a su fe.
Al caminar hacia el altar, Francisco se tropezó y cayó pero rápidamente fue asistido y siguió caminando.
La misa se celebró en conmemoración de los 1.050 años del inicio de la fe católica en Polonia.
El bautismo de un rey medieval en el año 966 encarriló a la nación hacia la cultura latina-occidental, distinguiéndose de sus vecinos que profesan la fe cristiana ortodoxa.