El Papa cambia el rostro al Vaticano

El Papa Francisco visita a los sacerdotes en la iglesia de Saint Agostino, en Roma.

Desde que asumió su pontificado, el cardenal Jorge Bergoglio está empeñado en hacer de la Iglesia un inmaculado crisol de la fe y de sus obispos y sacerdotes, vivos ejemplos de humildad.
Tras haber iniciado lo que muchos llaman ya una revolución dentro de la Iglesia, exigiendo mayor humildad a los sacerdotes y que se acerquen más a los desposeídos y los jóvenes, el Papa Francisco acaba de llevar a cabo uno de sus nombramientos más esperados.

El Sumo Pontífice designó al actual nuncio en Venezuela, Pietro Parolin, de 58 años, como el nuevo secretario de Estado del Vaticano, en una señal no solo de profunda renovación de la curia romana sino de que la experiencia latinoamericana del Papa argentino también pesa de alguna manera en los corredores de la fe.

El nuncio en Caracas, que ocupará el sitial más importante después del Papa en la Santa Sede, es un hombre experimentado en asuntos de la curia y en manejos diplomáticos que entre 2002 y 2009 fue segundo en la secretaría de Estado hasta que el entonces pontífice Benedicto XVI lo envió a Venezuela a lidiar con el problemático Hugo Chávez.

"Mi pensamiento va a todas las personas que han estado de mi parte en mi vida, en las parroquias en las que he nacido y prestado servicio, en la diócesis de Vicenza, en Roma, y en los países donde he trabajado, Nigeria, México y, el ultimo, Venezuela, que dejo con pesar", declaró el arzobispo luego del nombramiento.

Parolin sustituye al hasta ahora poderoso Tarcisio Bertone, de 78 años, un hombre que gozó de la absoluta confianza de Benedicto a pesar de que su gestión estuvo manchada por los escándalos de abusos sexuales de sacerdotes, de corrupción en el famoso Banco Vaticano (Instituto para las Obras de Religión) y la filtración de documentos del caso “VatiLeaks”.

Como parte de los aires de renovación que soplan en el Vaticano desde que Francisco asumió el papado, aún queda por definir qué rol desempeñará el nuevo secretario de Estado debido a que su influencia, hasta hace poco casi todopoderosa, podría variar en virtud de las reformas que implementa el Pontífice.

En otra adición al cambio, el Santo Padre también anunció en las últimas horas el nombramiento del español Fernando Vérgez Alzaga como Secretario General de la Gobernación del Vaticano. De modo que quien fue jefe de la oficina de Internet y director de Telecomunicaciones de la Santa Sede, será ahora el número dos para la administración de todos los asuntos de la ciudad-estado.

En poco más de cinco meses de pontificado, Francisco, jesuita y conservador, ha puesto un acento de austeridad y sencillez en todo lo relacionado con la Iglesia, ha enaltecido a los pobres, ha espoleado reformas en la curia y el Banco Vaticano, endureció las leyes contra los pedófilos y renunció al reposo en Castel Gandolfo, la residencia del siglo XVII a orillas del Lago Albano donde habitualmente los papas van a descansar en verano.

Siendo arzobispo en Buenos Aires, el cardenal Bergoglio denunció sin rodeos las injusticias y alentó a los jóvenes a no darse por derrotados, al igual que hizo en julio último durante la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, cuando los increpó a armar bulla en las diócesis, a hacerse sentir, a no dejarse apartar.

Pero quizás una de sus prédicas que más hondo ha calado hasta ahora entre los feligreses es la de que “los obispos han de ser hombres que amen la pobreza, sea la pobreza interior como libertad ante el Señor, sea la pobreza exterior como simplicidad y austeridad de vida. Hombres que no tengan psicología de príncipes”.