Alexandra Cruz es ciudadana colombiana.
A su padre lo asesinaron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, las FARC, por negarse a pagar el llamado “peaje” con el cual el grupo guerrillero financia parte de sus actividades.
En 1998 Alexandra y su familia encontraron a su padre asesinado de un balazo en la puerta de su casa, una finca rural cercana a la ciudad de Cali.
Así comenzó su tragedia.
La familia tuvo que dividirse.
Su madre decidió vender el negocio que tenía y actualmente se encuentra oculta en Colombia. Su hermano huyó rumbo a Ecuador donde consiguió refugio y Alexandra estuvo 7 años en Estados Unidos y ahora está en Canadá, país al que solicitó refugio pero donde la justicia le impide quedarse.
En una carta de las FARC enviada a la familia de Alexandra, antes de que asesinaran a su padre y también la siguieron enviando tiempo después, el grupo guerrillero pide apoyo económico y señala que no es su interés “hacer retenciones de personas para luego exigir el pago por su liberación”.
En la misiva a la accedió la Voz de América, las FARC señalan que tienen la capacidad estratégica para realizar secuestros, pero primero quieren plantear la posibilidad de un aporte económico voluntario.
Alexandra contó a La Voz de América algunos detalles de esos momentos que vivió en Colombia y cómo las FARC comenzaron a extorsionar a su familia.
En la actualidad Alexandra se encuentra en la ciudad de Toronto, en Canadá donde vive y trabaja y se siente orgullosa de no depender económicamente del Estado.
Contrariamente a lo que ella esperaba, dado el volumen del expediente que presentó, las noticias de los diarios de Colombia que confirmaron la muerte de su padre, y la realidad que le toco vivir a ella y a su familia, pensó que podía conseguir el estatus de refugiada.
Sin embargo un juez de Canadá falló que su caso no tiene mérito, es decir que no puede ser candidata a recibir el estatus de refugiada, lo que la coloca nuevamente ante las autoridades de Migración que pueden decidir deportarla.
En diálogo con la Voz de América, dijo que por tecnicismos y errores de su abogado, a pesar de ser realmente una víctima de las FARC, puede ser deportada.
Ella primero intentó suerte en EEUU pero por temor a ser detectada por los guerrilleros no solicitó refugio en ese país y trató de vivir casi sin ser vista.
Incluso ahora, en la situación de ilegalidad en la que está a punto de ingresar, Alexandra ha cambiado de idea respecto a los matrimonios arreglados para conseguir los papeles, una opción que muchos latinos tomaron en Canadá y en Estados Unidos.