Peter Higgs: el huidizo científico que hizo historia

Tras el popular bosón de Higgs se encuentra un físico británico de 83 años que ha pasado desapercibido hasta hoy.

40 años después de que Peter Higgs formulase su teoría sobre la masa de las partículas, el reconocimiento a su labor ha llegado con el hallazgo del bosón al que da nombre.
Regresaba de una travesía en la montaña escocesa cuando alcanzó su particular Eureka. "He tenido una gran idea", declaró el británico Peter Ware Higgs (Newcastle, 1929) aquel día de 1964.

Dentro de la mente de este discreto físico, empezaban a encajar lo que serían las primeras piezas en la búsqueda de una partícula que daba masa a todas las demás: el ya famoso bosón al que daría nombre.

La teoría que entonces empezaba a fraguar era “una teoría modelo, muy simple, propuesta por Goldstone en 1960, que uní a la teoría de la dinámica de Maxwell”, explicó recientemente al CERN.

Partiendo de las aportaciones de estos científicos, desarrolló la idea de que, una fracción de segundo después de que surgiera el universo con el Big Bang, las partículas adquirieron masa al interactuar con un campo: el campo de Higgs.

El científico británico decidió escribir un breve artículo, de no más de una carilla de folio, con esta teoría, que envió a la revista Physics Letters. La publicación la rechazó alegando que lo que explicaba era “absurdo”, pero afortunadamente él siguió probando suerte.

Otra revista científica, Physical Review Letters, aceptó ese mismo artículo con algunas matizaciones y extensiones. Ese texto se ha convertido en uno de los artículos más relevantes de la historia de la física.

Desde los años 70, varios grupos de investigación europeos han estado buscando el bosón de Higgs. El CERN, en concreto, y a través del llamado “Gran Colisionador de Hadrones”, se ha encargado de realizar numerosos experimentos haciendo chocar partículas a altos niveles de energía, esperando su aparición.

El enigma ha durado décadas, y algunos apostaban a que no se resolvería. El propio Stephen Hawking, célebre astrofísico británico, relató con manifiesta alegría que había hecho una apuesta “con el físico Gordon Kane de la Universidad de Michigan, a favor de que la partícula de Higgs no se encontraría. Pero parece ser que he perdido 100 dólares”.

Una personalidad silenciosa

Higgs es un hombre discreto, tímido y reacio a las declaraciones públicas y algo huidizo como la partícula a la que ahora se ha dado caza; pero brillante desde su adolescencia.

Aunque no se interesó por la masa hasta que se convirtió en catedrático de Física en la Universidad de Edimburgo, para entonces ya había triunfado en el campo de las matemáticas en el University College of London, había sido colaborador de investigación en Edimburgo y mejor expediente en Físicas en el King’s College de la capital británica.

Ateo manifiesto, Higgs muestra un evidente rechazo hacia la denominación “Partícula de Dios” que algunas publicaciones utilizaron para referirse al bosón. Parece ser la única rama problemática de una personalidad silenciosa y poco triunfalista.

Inspirado por el premio Nobel y precursor de la mecánica cuántica moderna, Paul Dirac, Higgs no ha mostrado signos de egocentrismo a lo largo de su carrera científica.

Al contrario: en lugar de hablar de la partícula como si fuera su único padre, en sus conferencias la bautiza como el “bosón de ABEGHHK'tH”, en referencia alfabética a las contribuciones de sus siete colegas Phil Anderson, Robert Brout, François Englert, Gerry Guralnik, Dick Hagen, él mismo, Tom Kibble y Gerard 't Hooft.

"Estoy bastante sorprendido. Nunca pensé que esto ocurriría en mi vida. Al principio, hace 40 años, la gente no tenía ni idea de qué podía esperar. Por eso, es realmente sorprendente para mí creer que esto es suficiente para considerarse un descubrimiento. Demuestra una dedicación increíble de los jóvenes involucrados. Que persistan así estas colaboraciones monumentales es una tarea realmente difícil: les felicito”, declaró cuando el anuncio del hallazgo se hizo público.

Ahora que la ciencia ha encontrado relevantes respuestas gracias a su contribución, el premio Nobel podría estar cerca de caer en sus manos. Hoy, cuatro décadas después y con 83 años de vida a sus espaldas, el esfuerzo ha tenido recompensa.