Cuando el presidente Joe Biden declara que la guerra de Rusia en Ucrania es un “genocidio”, no se trata simplemente de otra palabra fuerte.
Llamar “genocidio” a una campaña destinada a eliminar a un grupo específico no sólo incrementa la presión sobre un país para que actúe, sino que puede obligarlo a hacerlo. Eso se debe en parte a un tratado sobre el genocidio aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas tras la Segunda Guerra Mundial, firmado por Estados Unidos y más de 150 países.
La convención fue obra, entre otros, de un judío polaco cuya familia fue asesinada por la Alemania nazi y sus cómplices. Los promotores de la convención abogaron por algo que hiciera que el mundo no sólo condenara, sino que de hecho previniera y asegurara que en el futuro los genocidios no quedaran impunes.
En comentarios el martes, Biden acusó al presidente ruso Vladimir Putin de tratar de “borrar incluso la idea de ser ucraniano”. Otros gobernantes mundiales no han ido tan lejos. El primer ministro británico Boris Johnson declaró que el comportamiento de Rusia en Ucrania “no dista mucho de un genocidio”, pero Gran Bretaña no ha utilizado oficialmente el término, y dijo que sólo un tribunal puede hacer esa designación.
Este es un vistazo a lo que implica esa decisión, y lo que significa que un líder mundial declare que se ha cometido un genocidio:
¿Qué significa “genocidio”?
Es una palabra sorprendentemente moderna para un delito muy antiguo. Un abogado judío de Polonia, Raphael Lemkin, la acuñó durante la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto.
Lemkin quería una palabra para describir lo que la Alemania nazi le estaba haciendo a los judíos de Europa, y lo que Turquía había hecho a los armenios en la década de 1910: matar a los miembros de un grupo específico de personas y trabajar implacablemente para erradicar sus culturas.
Lemkin unió “geno”, una palabra griega que significa raza, y “cidio”, palabra latina que significa matar. Dedicó su vida a que se reconocieran los genocidios y se penalizaran.
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Según la convención sobre el genocidio, el delito consiste en tratar de destruir a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, en parte o en su totalidad.
Esto incluye los asesinatos en masa, pero también otras acciones, como las esterilizaciones forzadas, los abusos que infligen daños graves o sufrimiento mental, o llevarse a los niños de un grupo específico para que sean criados por otros.
¿Está Rusia cometiendo genocidio en Ucrania?
El caso puede depender en parte de las propias palabras de Putin.
En 1948, después de que Adolf Hitler y sus cómplices asesinaron sistemáticamente a 6 millones de judíos en Europa, la Asamblea General de la ONU aprobó la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.
Las fuerzas rusas han sido acusadas ampliamente de cometer abusos al por mayor contra la población civil de Ucrania, incluyendo asesinatos en masa.
Esos serían crímenes de guerra. Pero, ¿equivalen a un genocidio?
Todo está en la intención, señaló Bohdan Vitvitsky, exfiscal federal de Estados Unidos y exasesor especial del fiscal general de Ucrania.
“Cualquier intento de determinar si los crímenes cometidos por los soldados rusos en Ucrania están motivados por una intención genocida debe centrarse necesariamente en las declaraciones del presidente ruso Vladimir Putin”, escribió Vitvisky para el centro de investigación Atlantic Council esta semana.
Putin lleva mucho tiempo negando cualquier derecho de Ucrania a existir como nación separada, o de los ucranianos a ser un pueblo aparte. Cita la historia, cuando Ucrania formaba parte del imperio ruso y más tarde de la Unión Soviética.
También lea ¿Está Rusia cometiendo un genocidio en Ucrania?En un largo ensayo del año pasado titulado “Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos”, Putin dejó clara la profundidad de su determinación al respecto. Dijo que la frontera moderna que divide a Rusia y Ucrania es “nuestra gran desgracia y tragedia común”.
Putin y los medios estatales rusos llaman falsamente a los líderes ucranianos “nazis” y “drogadictos”. El líder ruso ha dicho que su campaña militar en Ucrania es una desnazificación.
Gissou Nia, un abogado de derechos humanos que trabajó en juicios por crímenes de guerra en La Haya, señala dos presuntos actos de Rusia en Ucrania que posiblemente también muestren el intento de cometer un genocidio: los informes sobre la deportación de miles de niños ucranianos a Rusia y una versión, procedente del gobierno de Ucrania, de soldados rusos que les dijeron a 25 mujeres y niñas detenidas en la ciudad de Bucha que los rusos pretendían violarlas al grado de que nunca tengan hijos ucranianos.
¿Por qué importa que los líderes mundiales usen “genocidio” para describir las acciones de Rusia?
La convención sobre el genocidio incluye una obligación que Estados Unidos y otros signatarios han tratado con cautela: si admiten que está ocurriendo un genocidio, se comprometen a asegurar que será investigado y enjuiciado, por lo menos.
Las personas y los países que cometen genocidio “serán castigados”, declara el tratado, en un intento por aplastar cualquier margen de maniobra.
Por décadas, los gobernantes estadounidenses evadieron el uso de la palabra “genocidio” con el fin de evitar un aumento de presiones sobre ellos para actuar cuando se registraban asesinatos en masa contra clases de personas o grupos étnicos en Camboya, Bosnia, Irak, Ruanda y otros lugares.
Tras lamentar no haber hecho más para detener la matanza de 800.000 personas de la etnia tutsi a manos de los hutus en Ruanda en 1994, Bill Clinton se convirtió en junio de 1999 en el primer presidente de Estados Unidos en reconocer un acto de genocidio mientras se desarrollaba, diciendo que las fuerzas serbias en Kosovo estaban intentando cometer un genocidio contra la etnia albanesa.
La OTAN intervino, lanzando ataques aéreos durante 78 días que obligaron a los combatientes serbios a retirarse de Kosovo. Un tribunal internacional acusó al líder serbio Slobodan Milosevic de crímenes de guerra, pero Milosevic murió antes de que concluyera su juicio.
A partir de 2005, muchos líderes mundiales adoptaron —en principio— la responsabilidad de actuar colectivamente para detener un genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Sin embargo, las atrocidades y las campañas selectivas contra ciertos grupos continúan en todo el mundo, y la llamada responsabilidad de proteger rara vez es invocada.
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Desde hace tiempo, los presidentes estadounidenses han temido que reconocer que se está cometiendo un genocidio les obligue a intervenir, e incluso a enviar soldados, con todos los riesgos, costos y consecuencias políticas que ello conllevaría.
Ha sido una de las principales razones por las que los gobernantes se limitan a emitir declaraciones airadas y a enviar ayuda humanitaria.
Biden es categórico al afirmar que Estados Unidos no utilizará su propias fuerzas armadas para enfrentarse a las fuerzas rusas en favor de Ucrania. Hacerlo supondría correr el riesgo de desatar la Tercera Guerra Mundial, según ha dicho.
Él y sus aliados en Europa y otros lugares ya están interviniendo al sancionar a Rusia y enviar armas y otros suministros a Ucrania para su defensa.
Biden y otros líderes occidentales también han pedido que se efectúen juicios por crímenes de guerra. La Corte Penal Internacional ya ha iniciado una investigación. Pero la añeja oposición de Washington a ese tribunal, por el temor a que tropas estadounidenses puedan ser juzgadas allí algún día, complica llevar a cabo esos juicios.
También está el poder de veto de Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU, y, en términos prácticos, llevar a Putin ante un tribunal es una posibilidad remota.
En el pasado, la oposición de los estadounidenses a involucrarse en guerras extranjeras también ha contribuido a desalentar a los gobernantes de Estados Unidos de hacer más para detener posibles actos de genocidio.
Pero la invasión rusa de un país vecino y la brutalidad contra el pueblo ucraniano han enfurecido a los estadounidenses de una manera que no lo hicieron las campañas genocidas en Camboya, áreas kurdas de Irak y otros lugares.
Una encuesta reciente de AP y el Centro NORC para la Investigación de Asuntos Públicos reveló que el 40% de los estadounidenses cree que Estados Unidos debería tener un “papel importante” en poner fin a la invasión rusa. Sólo el 13% cree que Washington no debería participar en absoluto.
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