Autoridades de salud siguen enfatizando la importancia de la vacunación contra el COVID-19, incluso cuando estudios muestran una disminución de la efectividad frente a nuevas variantes.
De acuerdo con los expertos, aunque las nuevas mutaciones pueden burlar las defensas de las vacunas, e incluso las personas vacunadas pueden enfermarse, está comprobado científicamente que hay una segunda línea de defensa.
Esta segunda barrera, también conocida como “células T asesinas”, son las que previenen que las personas inmunizadas se enfermen gravemente e incluso que mueran.
A lo anterior también se le suma el hecho de que “vacunarse contra el COVID-19 puede reducir su riesgo de contraer y propagar el virus”, de acuerdo con la última actualización de los Centros para el Control y Prevención de enfermedades (CDC por sus siglas en inglés).
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Tipos de vacunas y cómo trabajan
Los nuevos tipos de vacunas, que usan ARNm, como las de Moderna y Pfizer/BioNTech, o vectores virales, como los de Oxford-AstraZeneca, han demostrado una alta eficacia y ser mejores a la hora de proteger a quienes deciden vacunarse, porque se adhieren a una parte particular del virus.
Para entender ¿por qué de su alta eficacia? basta con entender cómo funcionan la mayoría de las vacunas.
Por ejemplo, hay algunos de estos fármacos que funcionan inyectando un virus muerto, como las vacunas de Sinopharm y Sinovac. En estos casos, una parte del sistema inmunológico de la persona vacunada responde produciendo anticuerpos contra muchas áreas de ese virus muerto.
Mientras que aquellas que usan ARNm trabajan mejor porque se adhieren a una parte particular del virus, la parte que usa para ingresar a las células y de la que se obtienen los anticuerpos neutralizantes.
Dichos anticuerpos están listos para entrar en acción en el momento que aparece el virus para bloquearlo y evitar así una infección grave.
¿Qué pasó con ómicron y las células T?
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En el caso de ómicron, que está mutado, los anticuerpos neutralizantes no se adhieren a él y el virus puede ingresar a nuestras células y comenzar así una infección.
El contagio convierte a nuestras células en fábricas de virus, que inician un ciclo, produciendo más virus, infectan más células y así sucesivamente.
Aquí es donde entran las células T asesinas, obtenidas con las vacunas, que patrullan el cuerpo buscando y destruyendo células infectadas.
En pocas palabras, cuando los anticuerpos no evitan que el virus cause una infección, las células T asesinas evitan que se salga de control.
Las nuevas vacunas son buenas para reclutar células T asesinas porque funcionan de manera diferente a las vacunas antiguas que inyectan el virus muerto.
Podemos decir entonces que esta nueva generación de vacunas inyecta instrucciones genéticas que son absorbidas por nuestras células para que reconozcan las células infectadas.
Mientras tanto, la parte del sistema inmunitario que produce anticuerpos también trabaja en esas partes del virus.
Entonces, mientras las vacunas antiguas producían principalmente anticuerpos, las nuevas ponen a trabajar para usted dos ramas del sistema inmunitario: los anticuerpos y las células T.
De ahí que, si un virus con mutaciones supera los anticuerpos y comienza una infección, las células T asesinas generalmente evitan que se vuelva grave. Las nuevas vacunas de ARNm, como Moderna y Pfizer-BioNTech, son buenas para reclutar células dichas células.
Otras vacunas de vectores virales que también trabajan en la misma línea son AstraZeneca, Johnson & Johnson y Sputnik V.
Y aunque las personas que recibieron estas vacunas contraen infecciones progresivas, en su mayoría, no se enferman de gravedad ni mueren, lo que demuestra que estos tipos de vacunas realmente están ayudando.
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