La Casa Blanca tiene previsto presentar este jueves su propuesta de presupuesto para el año fiscal 2018, la cual parece incluir enormes recortes a agencias, programas de beneficencia y ayuda al exterior, entre otros rubros, priorizando en cambio el crecimiento de las fuerzas armadas y el fortalecimiento de la seguridad nacional.
Según algunos analistas familiarizados con la propuesta, de ser aprobado, el presupuesto de Trump redefiniría el tamaño y el alcance del gobierno federal en una forma no vista desde el final de la II Guerra Mundial y llevaría a la eliminación de una enorme cantidad de empleos en el gobierno.
El analista de Moody’s Analitic, Mark Zandi, quien es citado en un artículo en el Washington Post, advierte que las reducciones que se vienen “no se pueden acomodar simplemente ajustándose el cinturón”.
De acuerdo a funcionarios que han visto la propuesta, las áreas más afectadas son los programas de vivienda, la ayuda exterior, el medio ambiente, la investigación y los medios de comunicación públicos.
Varias agencias, incluyendo el Departamento de Estado y la Agencia de Protección del Medio Ambiente, ya preparan planes de contingencia asumiendo escenarios de reducción profunda de sus presupuestos.
Si bien esos planes son aplaudidos por muchos entre los republicanos conservadores que han luchado desde hace largo tiempo por reducir el gasto público y disminuir el déficit, a otros, más moderados, les preocupa tener que escoger entre oponerse al presidente o apoyar los recortes en programas de ayuda para los niños con necesidades especiales o para los ancianos.
“Lo que se esperaría es que la administración esté consciente de la dificultad de algunas de estas cosas”, dijo el representante por Oklahoma, Tom Cole.
La presentación del presupuesto de Trump, que tendrá lugar en medio de una revuelta interna provocada por la legislación para revocar y reemplazar la ley de salud, podría abrir otro flanco adicional entre los republicanos que controlan ambas cámaras del Congreso.
De hecho, los grupos más conservadores, como el House Freedom Caucus, dicen que quieren ver aún mayores recortes.
El representante por Alabama, Mo Brooks, por ejemplo, teme que “la propuesta de Trump no sea lo suficientemente austera como para minimizar el riesgo de que Estados Unidos sufra la clase de insolvencia y bancarrota que está destruyendo las vidas de los venezolanos en este momento”.
Un asesor republicano que se refiere a la propuesta de presupuesto de Trump como una medida de “corte y quema”, dice que otro de los temores de algunos legisladores en la Cámara de Representantes es que sean presionados para reducir los gastos enormemente solo para que los recortes sean rechazos por el Senado, donde la mayoría republicana es mucho menor. El riesgo es que los votantes pidan cuentas a los representantes en las elecciones legislativas del próximo año.
Es de lo que habla también el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnnell, cuando advierte que un presupuesto que recorte los fondos del Departamento de Estado en un tercio tiene pocas probabilidades de ser aprobado en la cámara alta.
La Casa Blanca ha declinado comentar sobre recortes específicos pero ha dado señales de que estos son inevitables.
“Desafortunadamente no tenemos más alternativa que reinvertir en nuestras fuerzas armadas y convertirnos de nuevo en la potencia militar que fuimos antes”, dijo el director del Consejo Nacional Económico, Gary Cohn, al programa Fox News Sunday.
“Si se está haciendo eso en un área donde hay que balancear el presupuesto y no se puede crear un nuevo déficit, hay que hacer recortes. No es diferente de lo que sucede en las familias cuando tienen que tomar duras decisiones para poder enfrentar gastos inesperados: hay que recortar en otras partes”.
El gobierno federal tiene proyectado gastar unos $4 billones de dólares, de lo cual casi dos terceras partes corresponden al Seguro Social, Medicare, Medicaid, ayuda a los pobres y abonos a los intereses de la deuda pública. Todo esto quedaría intacto.
El presupuesto de Trump, en cambio, propone recortar el gasto discrecional que es autorizado por el Congreso cada año.
“Al final del día, vamos a tener un presupuesto”, vaticina el representante Cole. Pero el congresista hace la salvedad de que será el Congreso quien tenga la última palabra.
“Nuestro presupuesto no necesariamente es el presupuesto del presidente”, subraya.