En un restaurante de gastronomía mexicana de Washington, D.C., Antonella Rangel atiende a un grupo de mujeres que está almorzando. Originaria de Bucaramanga, Colombia, la joven forma parte de los más de dos millones de personas que, según la Oficina de Estadísticas de Empleo de Estados Unidos, trabajan como meseros y dependen de las propinas o “tips” porque usualmente reciben un salario que está por debajo del mínimo.
“Verdaderamente, el sueldo de nosotros es la propina de los clientes, no lo que nos paga el restaurante por las horas”, explica la joven a la Voz de América. “Si no entran clientes sabemos que no vamos a ganar mucho en el día, si entran muchos clientes y nos dejan el "tip" que se sugiere, es un buen día para nosotros”.
En Estados Unidos, dar propina no es obligatorio, sin embargo, dejar algo de dinero tras un servicio es una norma no escrita.
“El consumer (consumidor) siempre nos deja la propina. Cuando son cinco personas o más, en el restaurante lo llamamos gratitud, entonces se les incluye el 20 % de lo que consumen. De ser menos personas no se les incluye, y ya es lo que la persona quiera dejar”, explica Rangel.
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Pero, ¿De dónde viene esta tradición tan arraigada?
Hay varias teorías, y todas tienen su origen en el siglo XIX.
“Muchos de los esclavos afroamericanos se quedaron sin trabajo y por supuesto la propina empezó a ser parte de su común porque los salarios eran muy bajos”, dijo desde Miami la experta en finanzas Carola Armitano.
Por otro lado, algunos historiadores señalan que fueron los europeos quienes llevaron la cultura de la propina a Estados Unidos. Sin embargo, otros explican que los propios estadounidenses, tras viajar a Europa, importaron a su país de origen ese hábito.
“Otro punto ha sido la proliferación de la industria del servicio, los hoteles, los restaurantes, donde los salarios han sido muy bajos y la propina se ha convertido en una forma de completar ese salario”, añade Armitano.
Con el paso del tiempo, el gobierno ha establecido varias normas para proteger a los trabajadores que reciben propina. Algunas de las más recientes se implementaron durante 2020 y 2021, cuando el Departamento de Trabajo prohibió a los jefes o supervisores que se queden con el pago de sus trabajadores. Sin embargo, cada negocio tiene sus propias normas, basadas en leyes estatales.
“Es una relación entre el empleado y el empleador, y dependiendo de su contrato y del establecimiento, ellos asumen qué porcentaje pudiera determinarse de propina”, dice Armitano.
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La directora del Instituto de Etiqueta de Washington, Crystal L. Bailey, explica que, en el caso de los restaurantes en las grandes ciudades, los clientes deberían dejar entre un 15 % y un 20 % de propina.
“La cuestión es que, hasta que no haya una verdadera revisión de las regulaciones en EEUU, deberíamos asegurarnos de que estamos dando propina para que la gente reciba un salario justo”, dice la experta a la VOA.
Aunque el servicio no haya sido lo esperado, Bailey señala que, de todas maneras, se debería dejar la misma cantidad de propina. “Pero me aseguro de tener una conversación o bien con el mesero o con el supervisor del restaurante, creo que es lo que hace la diferencia”, explicó.
Durante un servicio de estacionamiento, la Asociación Estadounidense de Hoteles y Alojamiento (American Hotel and Lodging Association) recomienda dar al chofer entre 1 y 5 dólares cuando el auto es devuelto.
Al servicio de limpieza de habitaciones se sugiere entregar entre 1 y 5 dólares por noche; en los bares se debería aportar al camarero entre un 15 % y 20 % del total de la cuenta y, a los botones que recogen equipaje en hoteles, entre 1 y 5 dólares por bolsa o maleta.
La propina ha ido evolucionando. Tras la pandemia, algunos restaurantes de comida rápida y cafeterías, donde los empleados sí cobran el mínimo establecido, comenzaron a incluir la opción de dejar propina a la hora de pagar.
El incremento de pagos digitales también ha sido un factor que impactó en el aumento de las propinas, de acuerdo con los expertos.
Entre los consumidores hay opiniones diversas. Mientras en el último año se han viralizado en redes sociales vídeos de personas que se quejan por el aumento de la propina, estadounidenses como Hillary, de Chicago, están dispuestos a seguir apoyando a los trabajadores que viven de las gratificaciones.
“Creo que la inflación, en general, ha hecho que todo sea más caro, así que estoy feliz de dar más propina si eso va a hacer que el camarero o camarera tenga un sueldo más alto”, dijo la joven a la VOA.
Por otra parte, Álvaro Rodríguez, un turista español que visita la capital estadounidense, comenta que al ir a un bar o restaurante, se siente “obligado” a dar propina.
“Sube mucho el porcentaje de la comida con la propina”, afirma.
Según un estudio del portal financiero Bankrate, un 41 % de los encuestados cree que los negocios deberían pagar más a sus empleados para no depender tanto de las propinas, mientras que un 32 % cree que la cultura de la propina “se ha salido de control”.
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