El presidente de Rusia, Vladimir Putin, inauguró el jueves su maratónica conferencia de prensa y programa de llamadas, un evento anual que suele utilizar para reforzar su autoridad y mostrar un control total del panorama político del país.
El mandatario comenzó alardeando del desempeño económico de Rusia y afirmó que va camino de crecer casi un 4 % este año. Reconoció que la inflación es alta, un 9,3 %, pero destacó los esfuerzos del Banco Central para reducirla e insistió en que la situación económica permanece “estable”.
También lea Putin: un gran número de voluntarios está cambiando rumbo de la guerra en Ucrania a favor de RusiaEn los últimos años, el acto, cuidadosamente coreografiado y emitido en vivo por televisoras controladas por el estado en las 11 zonas horarias del país, ha estado dominado en gran medida por temas de carácter nacional. La mayoría de los periodistas y ciudadanos de a pie que llaman al estudio preguntan sobre reparaciones de carreteras, precios de los servicios públicos, mantenimiento de viviendas, servicios médicos, subsidios gubernamentales para familias y otros temas económicos y sociales.
Periodistas de más de 80 regiones del país agitan carteles coloridos y pancartas en el salón próximo al Kremlin mientras intentan desesperadamente atraer la atención de Putin.
De acuerdo con la prensa estatal rusa, la ciudadanía presentó más de dos millones de preguntas antes del programa.
Se espera que las preguntas sobre la campaña militar en Ucrania y las crecientes tensiones con Occidente ocupen una parte importante del programa.
Putin, quien se ha mantenido el poder durante casi un cuarto de siglo, ha prometido llevar lo que describe como la “operación militar especial” en el país vecino a un final victorioso y se ha jactado de los avances de sus tropas en el campo de batalla este año.
Pero dos días antes de la conferencia de prensa, un general ruso de alto rango murió por la explosión de una bomba en el exterior del edificio de apartamentos en el que vivía en Moscú. El asesinato del teniente general Igor Kirillov, reivindicado por Ucrania, llevó el conflicto de casi 3 años de nuevo a las calles de la capital rusa.
Putin ha declarado que el ataque lanzado el mes pasado contra Ucrania con un nuevo misil balístico hipersónico de alcance intermedio respondía a la autorización de los aliados occidentales para que Kiev usara sus armas de mayor alcance para lanzar ataques en suelo ruso. Amenazó con que Moscú podría lanzar más ataques en Ucrania con el nuevo misil Oreshnik y advirtió que también podría emplearse para atacar instalaciones militares de los países que dieron el visto bueno a la nueva estrategia ucraniana.
El mandatario ha afirmado que Moscú está listo para conversaciones sobre una resolución pacífica del conflicto, pero reafirmó su exigencia de que Ucrania debe renunciar a su intención de unirse a la OTAN y reconocer los avances del Kremlin en su territorio. Ucrania y Occidente han rechazado esos pedidos.
Los comentarios del líder ruso el jueves serán seguidos de cerca en busca de señales de cualquier cambio en su posición negociadora antes de la toma de posesión del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quien se ha comprometido a negociar un acuerdo para poner fin a las hostilidades.
Putin también podría pronunciarse acerca del presidente de Siria, Bashar Assad, a quien ha ofrecido asilo político. La caída de Assad ha sido un duro revés para Rusia, que inició una intervención militar en el país hace nueve años para respaldar a su gobierno en plena guerra civil.
Moscú ha buscado rápidamente establecer contactos con los rebeldes victoriosos para garantizar la seguridad de su personal diplomático y militar en el país y tratar de extender el arrendamiento de sus bases aéreas y navales.
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