El presidente de Ecuador, Rafael Correa, ofreció su último discurso sobre el estado del país en el que reiteró estrictos ajustes económicos que permitan lidiar con el déficit y la crisis que vive el país.
Correa anticipó ante la Asamblea Nacional que su último año de gobierno será “muy duro en lo humano, en lo económico, en lo político y en lo internacional”, pero al mismo tiempo aseguró que "seremos aún mejor gobierno en las dificultades".
Para lograrlo, el presidente de Ecuador anunció que seguirán reduciendo las entidades del gobierno central y que se “venderán o abrirán al capital privado empresas públicas como Tame (empresa de aviación), la cementera del estado y Fabrec (fábrica de uniformes)”.
Además agregó Correa que venderán empresas propiedad del estado como el Banco del Pacífico, medios de comunicación incautados y una gran hidroeléctrica.
“…a todos nos duele, no nos gusta hacerlo, pero debemos entender que hemos recibido un terremoto de casi ocho grados", afirmó Correa al referirse a la venta de la hidroeléctrica Sopladora.
Al mismo tiempo, el presidente de Ecuador, quien está en el poder desde 2007, aseguró que a su salida la oposición de derecha tratará de conseguir el poder “llevándonos al neoliberalismo y al pasado”.
En los últimos dos años, Correa ha tenido que enfrentar el desplome de los precios internacionales del petróleo, principal producto de exportación de Ecuador, la apreciación del dólar, el pago de $1.000 millones de dólares a la petrolera estadounidense Oxy; el colapso de Rusia, y la desaceleración de China, el mayor financista.
A todo esto se suma el devastador terremoto del pasado mes de abril, que dejó 673 muertos, nueve desaparecidos, 6.274 heridos, 28.775 damnificados y 6.998 edificaciones destruidas.