Decenas de personas que integran Alimenta la Solidaridad, un movimiento social que busca empoderar a las comunidades, incrementan sus esfuerzos para seguir garantizando el almuerzo diario a 14.000 niños en 216 puntos de distintos estados de Venezuela.
Por lo pronto los niños no están asistiendo al comedor, pero la red de voluntarios sí y continúan trabajando arduamente, aplicando las medidas sanitarias requeridas para llevarles la comida a casa, previniendo así cualquier posibilidad de contagio.
“El mejor ejemplo es este, salir nosotras y hacer todo lo posible por mantener a los niños”, afirma una mujer mientras busca los alimentos de sus hijos en un comedor ubicado en una zona de bajos recursos al oeste de Caracas.
Roberto Patiño, creador de Alimenta la Solidaridad, explicó a la Voz de América cómo los miembros de los comedores se organizaron rápidamente para abastecerse de tapabocas, guantes y alcohol, e informarse sobre lo que implica el coronavirus.
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“Algo que a mí me ha llenado de profunda emoción es ver la reacción de la comunidad, es ver la seriedad con la que nos hemos tomado este episodio tan difícil que estamos viviendo con esta emergencia de salud publica”, afirma Roberto, quien además es coordinador de Mi Convive, una organización que promueve la convivencia y la prevención de la violencia en comunidades en zonas populares.
Patiño destaca que en países de ingresos medios y bajos, como es el caso de Venezuela, los niños en situación de desnutrición forman parte de la población más vulnerable a la hora de hacer frente al coronavirus, por lo que considera que el trabajo que desempeñan es más importante aún en este momento.
Consultado sobre los mayores retos que, a su juicio, enfrenta la organización que representa, Roberto destaca que uno de ellos es “el aumento significativo en la demanda por el servicio” que están brindando.
“Si bien se entiende que la cuarentena es lo que hace más sentido, tenemos que reconocer que en nuestras comunidades, la gran mayoría de los venezolanos, sale a trabajar para poder comer ese día (…) estamos en una paradoja que trae como resultado que se nos acerquen muchos niños y familia” sostiene.
Además, se suma la escasez de combustible en el país y que “es fundamental para poder distribuir los alimentos” en los comedores.
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Roberto relata que Alimenta la Solidaridad surgió en 2016 mientras participaban en proyectos de prevención de violencia en las comunidades y muchos niños empezaron a acercarse para pedir comida.
“Una niña llamada Fabiola se me acercó y me dijo «dame algo de comer que tengo mucha hambre» y eso para mí representó una gran preocupación”, detalla Roberto.
“Muchos de los maestros nos decían, hace ya 4 años, que los niños se desmayaban en los salones de clase y que muchos habían dejado de ir a estudiar porque los padres preferían dejarlos durmiendo hasta mediodía, de tal manera de que brincaran el desayuno, que brincaran una comida”, continúa.
Roberto destaca que “ante esta realidad tan trágica”, se decidió que ellos buscarían los ingredientes y la comunidad “todo lo demás”: el espacio físico, la infraestructura, las mesas, las sillas, y lo más importante, el trabajo.
La filosofía de Alimenta la Solidaridad es de “empoderamiento comunitario, de darle la responsabilidad a la gente de transformar su propia realidad, su propio destino” incluso, en medio del coronavirus.