Algunos republicanos apuestan a recuperar primero el control del Senado antes de retomar el tema inmigratorio en 2015. Otros, como Boehner, dicen no confiar en que el presidente haga cumplir las leyes al respecto.
El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, se unió al pesimismo de su fracción y se agregó a la lista de quienes piensan que difícilmente se aprobará una reforma inmigratoria este año.
Boehner justificó que los republicanos no confían en que el presidente se abstenga de aplicar medidas ejecutivas que circunvengan al Congreso. "Hasta que el presidente no se comprometa a cumplir con la ley, no creo que sea posible una reforma migratoria", dijo Boehner.
Minutos más tarde, el vocero de la Casa Blanca, Jay Carney dijo que seguían creyendo en la posibilidad de la reforma y que estaban entusiasmados por las señales que se han visto hasta ahora. "Vemos movimientos significativos" de parte del liderazgo republicano, dijo Carney.
En todo caso, la derecha republicana parece apostar a recuperar el control del Senado en las elecciones de medio término de noviembre, por lo que prefiere esperar a que esto suceda para considerar hasta entonces la reforma inmigratoria.
El representante por el estado de Idaho, Raúl Labrador, quien participó inicialmente en un grupo de legisladores dedicado a considerar la reforma, había dicho el miércoles que sería “un error tener una batalla interna en el Partido Republicano este año sobre la reforma inmigratoria” y preferiría dejar el tema para 2015.
“Creo que cuando recuperemos el Senado en 2014, una de las primeras cosas que deberíamos hacer el siguiente año, luego de resolver algunos temas económicos, es tomar el tema inmigratorio”.
La medida se ha estancado en la Cámara donde su presidente, John Boehner, y otros líderes han rechazada un tratamiento integral del tema y favorecen un proceso en que se desmenucen los temas paso a paso.
En todo caso, la declaración de Boehner como la de Labrador es una nueva señal de las escasas perspectivas que tiene una de las prioridades del presidente Barack Obama en política interior.
La semana pasada los republicanos revelaron una hoja de conceptos en los que basarían su trabajo, poniendo especial énfasis en la seguridad fronteriza y en no otorgar un camino especial hacia la ciudadanía para los 11.5 millones de inmigrantes indocumentados que viven en el país.
La posición de los conservadores, ya adelantada por el representante Paul Ryan, contrasta con las declaraciones del director de la Oficina de Presupuesto del Congreso, Douglas Elmendorf, quien dijo a un panel de la Cámara que la reforma integral aprobada el año pasado por el Senado tendría un impacto positivo en las finanzas de la nación.
Según Elmendorf, “la legislación reduciría los déficits presupuestarios y llevaría a un crecimiento económico, y con el tiempo, a una mayor productividad de los trabajadores en este país”.
Boehner justificó que los republicanos no confían en que el presidente se abstenga de aplicar medidas ejecutivas que circunvengan al Congreso. "Hasta que el presidente no se comprometa a cumplir con la ley, no creo que sea posible una reforma migratoria", dijo Boehner.
Minutos más tarde, el vocero de la Casa Blanca, Jay Carney dijo que seguían creyendo en la posibilidad de la reforma y que estaban entusiasmados por las señales que se han visto hasta ahora. "Vemos movimientos significativos" de parte del liderazgo republicano, dijo Carney.
En todo caso, la derecha republicana parece apostar a recuperar el control del Senado en las elecciones de medio término de noviembre, por lo que prefiere esperar a que esto suceda para considerar hasta entonces la reforma inmigratoria.
El representante por el estado de Idaho, Raúl Labrador, quien participó inicialmente en un grupo de legisladores dedicado a considerar la reforma, había dicho el miércoles que sería “un error tener una batalla interna en el Partido Republicano este año sobre la reforma inmigratoria” y preferiría dejar el tema para 2015.
“Creo que cuando recuperemos el Senado en 2014, una de las primeras cosas que deberíamos hacer el siguiente año, luego de resolver algunos temas económicos, es tomar el tema inmigratorio”.
La medida se ha estancado en la Cámara donde su presidente, John Boehner, y otros líderes han rechazada un tratamiento integral del tema y favorecen un proceso en que se desmenucen los temas paso a paso.
En todo caso, la declaración de Boehner como la de Labrador es una nueva señal de las escasas perspectivas que tiene una de las prioridades del presidente Barack Obama en política interior.
La semana pasada los republicanos revelaron una hoja de conceptos en los que basarían su trabajo, poniendo especial énfasis en la seguridad fronteriza y en no otorgar un camino especial hacia la ciudadanía para los 11.5 millones de inmigrantes indocumentados que viven en el país.
La posición de los conservadores, ya adelantada por el representante Paul Ryan, contrasta con las declaraciones del director de la Oficina de Presupuesto del Congreso, Douglas Elmendorf, quien dijo a un panel de la Cámara que la reforma integral aprobada el año pasado por el Senado tendría un impacto positivo en las finanzas de la nación.
Según Elmendorf, “la legislación reduciría los déficits presupuestarios y llevaría a un crecimiento económico, y con el tiempo, a una mayor productividad de los trabajadores en este país”.