El ministro brasileño de Presidencia, Antonio Palocci, dimitió el 7 de junio tras desatarse un escándalo por su supuesto enriquecimiento ilícito, y en su lugar asumió Gleisi Hoffmann en una ceremonia de traspaso de poder celebrada en el palacio presidencial de Planalto.
"No puedo dejar de estar triste por todo lo que hizo. Es un amigo y un compañero de luchas, pero tampoco puedo dejar de afirmar que estoy satisfecha por garantizar una inmediata solución", sostuvo la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff.
El diario Folha de São Paulo reveló que entre 2006 y 2010, el patrimonio del ex ministro de Presidencia aumentó veinte veces cuando era diputado y dirigía una empresa de consultoría privada llamada Projeto, a la vez que se desempeñaba como coordinador de la campaña electoral.
Sin embargo, Palocci sostuvo que no cometió ningún acto ilegal para enriquecerse y que dimitió porque el escándalo “podría perjudicar sus atribuciones” dentro del Ejecutivo brasileño, según un comunicado oficial.
"La continuidad del embate político podría perjudicar sus atribuciones en el Gobierno, por lo que prefirió solicitar su alejamiento", reza el comunicado.
Un día antes de su renuncia, el procurador general de la República, Roberto Gurgel, dijo que no había indicios de delitos cometidos por Palocci y archivó un pedido de la oposición de abrir una investigación al respecto, relató la prensa brasileña.
En una entrevista con el canal Globo, el hombre fuerte de Dilma y del ex presidente Lula aseguró que no hubo tráfico de influencias cuando era consultor y coordinador de la campaña electoral de Rousseff en 2010, aunque no quiso dar a conocer públicamente los nombres de sus clientes.