La capital de Sudán, Jartum, y la ciudad vecina de Omdurmán reportaron combates esporádicos a primera hora del miércoles entre el ejército y una fuerza paramilitar rival, pero con una menor intensidad en el segundo de los tres días de una tregua.
Muchos residentes en la capital salieron de sus casas para buscar comida y agua e hicieron fila ante las panaderías y las tiendas de comestibles, según los testigos. Algunos inspeccionaron las tiendas o viviendas que fueron destruidas o saqueadas durante los enfrentamientos. Otros se unieron a las decenas de miles que han abandonado la ciudad en los últimos días.
“Hay una sensación de calma en mi zona y vecindario”, dijo Mahasen Ali, una vendedora de té que reside en el barrio de May, en el sur de Jartum. “Pero todos tenemos miedo de lo que viene”.
A pesar de la calma relativa, en la ciudad podían escucharse aún disparos y explosiones, agregó.
Los combates se centraron en sectores más específicos de Jartum y Omdurmán, apuntaron los residentes, principalmente en las inmediaciones del cuartel general del ejército y el Palacio de la República, la sede del poder. Un intercambio de disparos sacudió el lujoso vecindario de Kafouri, donde están desplegados muchos de los combatientes de las Fuerzas de Apoyo Rápido.
También lea Fuerzas especiales evacúan embajada de EEUU en SudánTambién el miércoles, el ejército dijo que el exautócrata Omar al-Bashir está retenido en un hospital militar, en su primera declaración oficial sobre su paradero desde el inicio de los combates. Un ataque a la prisión donde el exmandatario y muchos de sus colaboradores estaban detenidos planteó dudas sobre su paradero y denuncias sobre una presunta liberación.
Según el comunicado del ejército, al-Bashir, el exministro de Defensa Abdel-Rahim Muhammad Hussein y otros exaltos cargos habían sido trasladados al hospital militar Aliyaa antes del inicio de los combates.
Al-Bashir fue derrocado en 2019 en medio de un levantamiento popular. Tanto al-Bashir y Hussien están buscados por la Corte Penal Internacional por cargos de genocidio, delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra relacionados con el conflicto de Darfur.
La relativa disminución de los choques el miércoles fue inusual alivio para los millones de sudaneses que se han visto atrapados en el fuego cruzado desde que las fuerzas de los dos principales generales del país se declararon la guerra el 15 de abril. Los combates han dejado a la población en una situación límite: la comida es cada vez más difícil de conseguir, hay cortes eléctricos en gran parte de la capital y en otras ciudades, y muchos hospitales han cerrado.
En un país donde un tercio de sus 46 millones de habitantes dependía ya de la ayuda humanitaria, la mayoría de las asociaciones que prestaban esa ayuda han suspendido sus operaciones.
La agencia de Naciones Unidas para los refugiados dijo que se estaba preparando para la posibilidad de que decenas de miles de personas huyan a los países vecinos.
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