Gente que no tiene contactos con el mundo civilizado alberga microbios que contienen genes que desarman a los más modernos antibióticos.
Ese es uno de los hallazgos de una nueva investigación en la publicación Science Advances que estudió las bacterias, los hongos y otros microbios que viven y progresan entre el pueblo yanomami en una remota aldea de la Amazonia.
Los yanomami presentan una de las últimas oportunidades de ver cómo los microbios probablemente compartieron nuestros cuerpos antes que los humanos se asentaran y evolucionaran.
A medida que las dietas y los etilos de vida se extendieron por todo el mundo, condiciones como la obesidad, la diabetes y los desórdenes de inmunidad se extendieron con ellos. Los investigadores se preguntan si los microbios que perdimos en el camino tienen la culpa al menos en parte con esas condiciones.
Con la creciente preocupación por la menguante capacidad de los antibióticos para combatir las infecciones, la nueva investigación sugiere que las semillas de su destrucción fueron llevadas dentro de nosotros antes que los humanos descubrieran los medicamentos que ahora salvan vidas.
Los yanomami viven de la caza en pequeñas aldeas en lo profunda de la selva amazónica. Aunque los occidentales descubrieron a los pueblos yanomami en los años 1960, cada año se descubren grupos nunca antes vistos que viven en su vasto hábitat.
Los investigadores llegaron a una de esas aldeas en 2008, donde los residentes dijeron que nunca habían visto gente occidental. Con su consentimiento se tomaron pruebas de sangre, saliva y heces a 34 de las 54 habitantes de la aldea.
Los científicos esperaban encontrar que los microbios tenían algunos genes resistentes a los antibióticos. Muchas bacterias del suelo producen antibióticos naturales que les dan una ventaja en ambientes competitivos. Es parte de la competencia microbial que tiene lugar mientras otras bacterias desarrollan formas de contrarrestar estos antibióticos.
Pero los investigadores también encontraron casi tantos genes que desarman los medicamentos sintéticos que ningún microbio conocido puede producir.
“Es una de las sorpresas más grandes”, dijo Gautam Dantas, de la Escuela de Medicina de la Universidad Washington de San Luis, Missouri, porque muestra “que tienen esa capacidad de adaptarse rápidamente a lo que les tiramos, aún a las cosas a las que nunca antes han estado expuestas”, agregó.
Esto sugiere que aún aquellos que nunca han recibido un tratamiento de antibióticos, albergan genes que finalmente van a derrotar a estos mágicos medicamentos.
“Esto enfatiza la necesidad de aumentar nuestra investigación para descubrir nuevos antibióticos, porque de otra manera vamos a perder la batalla en contra de las enfermedades infecciosas”, advierte Dantas.