En una inusual muestra de rebelión, los senadores republicanos declararon su oposición al plan del presidente Donald Trump de imponer un arancel de 5% sobre todos los bienes importados a Estados Unidos desde México. Sin embargo, se desconoce si tienen votos suficientes para impedirlo, y el presidente dijo que serían “tontos” si lo intentaran.
Todas las partes, incluidos los funcionarios mexicanos que se reúnen con negociadores de Trump en Washington esta semana, esperan que las conversaciones de alto nivel permitan al presidente retractarse de su amenaza. Pero ante la previsión de que los aranceles entren en vigencia el lunes y Trump declaró que es “lo más probable” que eso suceda, los legisladores republicanos han advertido a la Casa Blanca que están dispuestos a oponerse al presidente.
El diferendo público y el enfrentamiento inminente pusieron de manifiesto una divergencia fundamental de valores entre el presidente y su partido. Trump usa los aranceles para conseguir lo que quiere, en este caso obligar a México a esforzarse más para detener la inmigración ilegal. Para los republicanos, los aranceles son contrarios a la ortodoxia económica y constituyen impuestos a los que se oponen enérgicamente.
El líder de mayoría en el Senado, Mitch McConnell, dijo que “en mi bloque no hay demasiado apoyo a los aranceles, de eso no cabe duda”.
Durante un almuerzo a puertas cerradas en el Capitolio, los senadores se turnaron para advertir a los funcionarios de la presidencia que habría problemas si el Senado de mayoría republicana desaprueba los aranceles. El rechazo legislativo sería una fuerte censura a Trump, más aún que un intento anterior de impedirle trasladar fondos a la construcción del muro fronterizo que promete desde hace tiempo.
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