La sonda espacial Juno, impulsada por la energía solar, comenzó a orbitar Júpiter luego de concluir su trayecto de cinco años y 2.800 millones de kilómetros de distancia.
El lunes por la noche, la sonda estadounidense disparó sus cohetes para desacelerar la marcha lo suficiente y dejarse capturar por la fuerza gravitacional de Júpiter.
Los controladores en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en California explotaron en aplausos luego de recibir señales indicativas del éxito de la maniobra de 35 minutos, que ejecutó en piloto automático debido a la demora en las comunicaciones entre la Tierra y Júpiter.
“Juno, bienvenida a Júpiter”, dijo la comentarista del control de misión, Jennifer Delavan, de Lockheed Martin, la empresa que construyó a Juno.
Juno pasará los próximos 20 meses estudiando el gigante gaseoso —el quinto paneta desde el sol y el más grande de nuestro sistema solar— para poder ayudar a los científicos a determinar los fundamentos de nuestro sistema solar, y a buscar señales de superficie sólida debajo de su atmósfera cubierta de niebla.
El cerebro de la sonda es una computadora, con sus componentes electrónicos encajonados dentro de paredes de titanio de casi media pulgada de grueso, que protegen sus instrumentos más sensibles de la extrema radiación a la que se verá sometida.
Juno es la segunda nave que llega a Júpiter. La sonda de la NASA, Galileo, circundó el planeta entre 1995 y 2003. La misión de Juno terminará en 2018, cuando deliberadamente se lanzará contra la atmósfera de Júpiter y se desintegrará.