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Algunos pakistaníes todavía están sorprendidos y otros hasta enojados tras el operativo de los comandos de Estados Unidos, los Navy Seals, que concluyó con la muerte de Osama bin Laden, en la ciudad de Abboattabad.
Grupos de residentes y también algunos visitantes llegados desde otras regiones se acercan hasta el complejo residencial en Abbottabad, donde vivía el líder de al-Qaeda.
“Queremos ver si todo lo que se dice es verdad o no. Es un gran suceso lo que aquí aconteció” afirma el residente local, Alam Sher. “Todo el mundo está hablando de ello y no puedo creer que sea verdad. ¿Cómo es posible que alguien tan conocido pudiera vivir en esta casa?” se pregunta.
A los pakistaníes se les suman los equipos de la prensa internacional, a los cuales no les falta la creatividad para tratar de mostrar algo que sus colegas “no vieron”.
Algunos reporteros toman las cámaras y caminan desde la Academia Militar hasta la residencia donde vivía bin Laden, para mostrar en forma gráfica la corta distancia existente entre ambas localizaciones.
Otros prefieren enfocar los altos muros con alambres de púas. Y entre tantas imágenes se puede ver hasta un grafiti en uno de los muros, promocionando la página de internet de un colegio para niñas, revelador de una de las tantas paradojas sobre la presencia de bin Laden en la ciudad, sobre todo cuando se piensa que el líder de al-Qaeda se oponía a la educación de las mujeres.
Otros, prefieren enfocarse en los restos del helicóptero que usaron los comandos y comenzaron a elaborar otra serie de teorías sobre el diseño del aparato.
Mientras tanto, los guardias pakistaníes mantienen vigilada la propiedad, aunque ya no impiden a los vecinos se suban a los techos de las casas cercanas para “espiar” cómo era el lugar donde vivía el terrorista más buscado.
Y mientras los curiosos llegan y se van, de a poco Abboattabad comienza a recuperar la normalidad perdida.