Cinco años después de la súper tormenta Sandy, poco se ha aprendido

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30 de octubre de 2012: Un estacionamiento de taxis sumergido en Hoboken, Nueva Jersey.

Cinco años después de que se supusiera que la súper tormenta Sandy había enseñado a los estadounidenses una lección sobre los peligros de vivir en la costa, los expertos en planificación de desastres dicen que no hay un lugar en Estados Unidos realmente preparado para el cambio climático y las tempestades que puede causar.

Esto es así incluso en Nueva York y Nueva Jersey, donde ciudades y pueblos fueron fuertemente golpeados por las inundaciones mortales que surgieron del Atlántico en la noche del 29 de octubre de 2012.

Si bien es cierto que se gastaron miles de millones para reparar los daños causados por Sandy, la protección eficaz de la infraestructura vulnerable, las personas y las propiedades en todo el país del clima más extremo que podría traer el cambio climático, requerirán una inversión en una escala asombrosa, que costará fácilmente cientos de miles de millones, tal vez billones.

Algunos proyectos de protección costera están avanzando, pero las ideas más ambiciosas que surgieron tras el paso de Sandy todavía están en la etapa de diseño, con interrogantes sobre si alguna vez se construirán.

Algunos se preguntan si Estados Unidos como nación tiene la voluntad de emprender tales iniciativas, incluso después de que esta temporada pasada trajo más tormentas catastróficas, incluido el huracán Harvey, que inundó Houston, y el huracán María, que arrasó la red eléctrica de Puerto Rico.

“Después de Sandy se sintió como si finalmente hubiéramos tenido nuestra llamada de atención. Que comenzaríamos a tomar estas cosas en serio”, dijo Eric Klinenberg, director del Institute for Public Knowledge, un grupo de expertos de la Universidad de Nueva York. “Que haríamos el tipo de inversión en seguridad climática que hicimos después del 11 de septiembre en la en seguridad nacional. Pero, por supuesto, no ha sucedido nada de eso”.

Algunos expertos también se preocupan por la llegada de más escépticos del cambio climático a la Casa Blanca, lo cual puede frenar los esfuerzos de protección costera.

En agosto, el presidente Donald Trump anuló la orden post-Sandy del presidente Barack Obama, que exige que el futuro aumento del nivel del mar sea tomado en cuenta en los proyectos de infraestructura financiados por el gobierno federal.

“Dado que la nueva administración no usa la palabra CC, el término sobre el cambio climático, es muy difícil inculcar este tipo de actitud prospectiva en la que hay que tener en cuenta el aumento del nivel del mar y cómo se expanden las zonas inundables”, dice Klaus Jacob, científico de la Universidad de Columbia especializado en adaptación al cambio climático.

Si bien las ideas más grandiosas sobre las protecciones posteriores a Sandy aún están lejos de la realidad, ha habido algún progreso.

Las comunidades en la costa de Nueva Jersey construyeron dunas de arena para contener el oleaje, o fortificaron las existentes.

Las compañías de energía y el sistema de metro de Nueva York han puesto protecciones contra inundaciones alrededor de la infraestructura clave.

Los hospitales sacaron los equipos eléctricos de los sótanos.

Está previsto que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército comience la construcción en 2019 de un malecón de 8 kilómetros de largo, y 6 metros de altura, y un paso que correría a lo largo de Staten Island de Nueva York, frente a los barrios más afectados por Sandy. El proyecto, que aún se está diseñando, tiene un costo estimado de $ 600 millones y está programado para el 2022.

Michael Cappannari, vocero de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, dijo que el gobierno está comprometido a ayudar a las comunidades a reconocer el riesgo y a defenderse contra las inundaciones. Citó varios proyectos financiados con fondos federales en curso, incluida la construcción de pasarelas con malecones escondidos debajo y sistemas de tratamiento de aguas residuales a prueba de inundaciones.

No es suficiente, dijo Jacob, el científico de Columbia. "Van a un ritmo dictado por los fondos disponibles, disponibles políticamente", dijo. "Y si el ritmo de caracol continúa, hay muchas posibilidades de que tengamos otra tormenta severa en la ciudad o en la región que supere el ritmo lento de la mejora de los sistemas".