Un taxi en Johannesburgo

El reto es conseguir un taxi que lo lleve a uno de un punto A a un punto B sin dolores de cabeza.

El mundial de futbol se tomó todos los taxis de la ciudad y para trasportarse a cualquier lugar es un caos.

Como en las grandes ciudades, la mejor forma de conseguir un taxi es levantar el brazo, silbar y listo. O tal vez, marcar un número y el taxi llega por despacho. Aquí en Johannesburgo no funciona, ni lo uno ni lo otro.

La ciudad está llena de autos, todos con sus banderitas que indican que se trata de un taxi, pero van vacíos, no se detienen y si lo hacen te dicen que no van a dicha zona.

Para Rolando Escobar, la carencia de transporte en este evento deja muy mal a la FIFA.

“Mira, en México hay taxis en cada esquina, pero aquí es tan difícil conseguir uno. Hemos tenido que caminar por las calles y nada”, dijo Rolando a voanoticias.com.

Los taxis no son de color amarillo como en Nueva York o verdes como en México, acá son inidentificables. Lo único que los reconoce como taxi es un letrero de plástico que colocan en el techo.

Uno de los requisitos de la FIFA al escoger un país como sede es su infraestructura y el transporte es una de ellas. Sin embargo, el transporte de los hoteles a los estadios molesta a muchos, especialmente por su desorganización.

“Sales a la puerta del hotel y no hay taxis, tienes que ir a la esquina a buscar uno de ellos. Yo estoy acostumbrado a que el hotel te llame al taxi, por lo menos funciona así en las grandes ciudades, sobre todo por el tema de la seguridad”, me explicó el argentino Raúl Frances.

Los taxis están apostados en una esquina cerca de un hotel o un centro comercial y es el cliente el que debe salir a buscarlos, lo más interesante de todo es que cuando solicitas el servicio, te pueden decir que no, especialmente si es la hora del almuerzo.

El precio de un servicio puede ser costoso, especialmente si no acuerdas la tarifa antes de subirte. Una ruta de unas 10 millas (16 kilómetros) puede llegar a costar unos $45 dólares, quizás con un poco de suerte puedes negociar la tarifa a unos $30 dólares.

El otro dolor de cabeza es la falta de conocimiento del conductor. O no saben a qué zona vas o dan vueltas hasta detener el auto en otra esquina y preguntar a sus compañeros.

Lamentablemente, algunos taxistas no saben ni donde queda el estadio, la oficina de pasaportes o la alcaldía.

Amables si son. Todos te sonríen, te hablan de los encuentros y preguntan de dónde vienes, pero lo difícil es saber a dónde vas.

Los taxis son considerados un lujo en esta ciudad donde lo que impera es el transporte público, unos microbuses que cubren algunas zonas de la ciudad.