En 20 años, las memorias que dejaron huella en la vida del bombero Justin Tirelli, no se difuminan; al contrario, siguen vivas y a ellas hace honor en cumplimiento de su misión salvando vidas de las llamas.
Hoy, como comandante de la estación de bomberos de Arlington, conmemora a las víctimas que perecieron cuando un avión de American Airlines impactó en la sede del Departamento de Defensa de Estados Unidos, el Pentágono.
Tirelli, recuerda que sólo tenía 24 años cuando se enteró de lo impensable, que un avión se estrelló a propósito contra una pared del Pentágono, a las afueras de Washington. Fue el tercer ataque de aquel trágico día, tras los ¡que tuvieron lugar en las dos Torres Gemelas, en Nueva York.
“Nunca olvidaré a algunas de las víctimas que vi allí, una vez que estábamos ayudando a limpiar, vimos partes del cuerpo de niños. Recuerdo haber visto gente metida en bolsas para cadáveres (...) Sabiendo que no era solo un cuerpo, que no era un objeto inanimado, que era una persona, con una familia que estaba de luto, que perdió a un ser querido”.
También lea Inmerso en una nueva era de lucha antiterrorista, EE. UU. recuerda los atentados del 11-SEn ese momento, Tirelli era un bombero con pocos meses de experiencia, pero ese 11 de septiembre fue llamado a responder al desafío más grande de su vida. Algo para lo cual nunca habría podido prepararse.
Esa mañana, cuatro aviones comerciales que viajaban desde el noreste de Estados Unidos a California fueron secuestrados en pleno vuelo por 19 terroristas de al-Qaeda.
Los secuestradores organizados en tres grupos de cinco y un grupo de cuatro tomaron el control de diferentes aeronaves con el objetivo de estrellarlas contra diferentes edificios estadounidenses, causando muerte y caos a su paso.
"Cuando hay un gran evento como ese, veinte años suena como un gran número, pero se siente como nada. Se siente como si hubiera sido ayer", recuerda el joven bombero quién aún tiene frescas las imágenes de lo vivido.
De acuerdo con Tirelli sólo fue después del segundo ataque contra las torres gemelas, cuando él y sus compañeros en la estación de bomberos de Arlington, entendieron que Estados Unidos estaba bajo ataque.
Se siente como nada. Se siente como si hubiera sido ayerJustin Tirelli, bombero
Al recibir la orden de ir al Pentágono, ya sabían la razón. Al ver un avión de la fuerza aérea volando como respuesta al ataque, entendió que se trataba de un evento que cambiaría la historia mundial.
“Nos venían tantas cosas. Había gente corriendo fuera del edificio, había heridos, había humo, un gran incendio. Había camiones de bomberos allí, coches de policía por allá. Había alertas de más aviones llegando. ¡Evacúen! ¡Muy bien, vuelvan dentro! ¡Evacúen nuevamente!”, narró reviviendo ese momento.
Por horas y horas, se extendió la agotadora lucha contra las llamas que salían del oscuro agujero causado por el impacto. Tras un esfuerzo descomunal, el rescatista pudo ingresar al emblemático edificio y llegar al techo del Pentágono para contener el masivo incendio. Entre escombros por todos lados, partes del avión, el humo negro impedía ver cualquier cosa.
El profesional afirmó que pensó que no saldría con vida, “no había nada más que fuego. Y cada vez que rociábamos agua; parecía que no estuviéramos haciendo nada. Yo sólo rociaba agua que se iba al abismo”.
Aún así, afirmó que, no había forma de frenar su decisión y la de sus compañeros. El desespero y los alaridos de las personas en medio de la tragedia los impulsaban a terminar su misión. Nadie quería tomar una pausa, nadie quería irse. Sabía que vivía algo que dejaría huellas imborrables y que podía salvar vidas.
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“Una vez que lo procesas todo junto, te das cuenta de la gravedad de esto, la seriedad de esto, el tamaño de esto. Y te conmueve porque estoy conectado con esas familias, aunque nunca las he conocido”, puntualizó.
El ataque al Pentágono cambió la vida de Tirelli, pero el bombero, quien hoy es el comandante de la estación que respondió primero al ataque en Washington, no se siente por un héroe. Sostiene que hace vida normal cada aniversario y que lo que nunca cambiará es el recuerdo de aquella batalla en el infierno.
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