Tirar comida, derrochar energía

Los estadounidenses no se preocupan en desperdiciar la comida porque es abundante y barata, sostiene el estudio.

El gasto en alimentación en Estados Unidos ha disminuido durante las últimas décadas.

Estudios de la Universidad de Texas, en Austin, señalan que existen un camino simple para conseguir ahorrar: dejar de desperdiciar la comida.

De acuerdo con el nuevo estudio publicado en el Diario de Ciencias Ambientales y Tecnología, la comida desperdiciada, así como el esfuerzo que conlleva producirla, representan una oportunidad desconocida para reducir el gasto de energía y las emisiones causantes del cambio climático.

LLos científicos del Centro Internacional de Energía y Política Medio Ambiental trataron de resolver tres cuestiones sobre la relación existente entre la producción de alimentos y el gasto energético que generan: cuánta energía supone producir los alimentos, cuánta comida se desperdicia y cuánta energía se desaprovecha con la comida que se desecha.

Gasto energético

El director asociado del centro y coautor del estudio, Michael Webber, asegura que entre el 8 y el 16% del consumo energético en Estados Unidos se invierte en la producción alimentaria, su transporte, conservación y su liquidación. “Tiramos al menos un cuarto de esa comida. Algunos dicen que incluso alcanza el 50%”, explica.

El gasto en alimentación en Estados Unidos ha disminuido en términos relativos durante las últimas décadas. Pero los estadounidenses no se preocupan en desperdiciar la comida porque es abundante y barata, sostiene el estudio.

Webber y el resto del equipo calcularon también cuánta energía se precisa para producir el misma cantidad de comida que se desecha. “Encontramos que hay, al menos, un 2% del consumo energético de todo el país que se malgasta con la comida que se tira. Y, en suma, supone una elevada cifra”.

Freno al desperdicio

Ese dos por ciento supone más energía que la que Suiza o Suecia consumen en un solo año y el equivalente al coste de alrededor de 350 millones de barriles de petróleo.

El estudio sugiere que poner freno al desperdicio de comida sería bueno tanto para el mundo como para el propio bolsillo. “Reduciría nuestras emisiones y nuestro impacto en el medio ambiente. Sólo tenemos que encontrar el modo de hacerlo asequible también. Ahorraríamos más dinero porque gastaríamos menos en la comida que no aprovechamos”, apunta Webber.

El investigador asegura que el estudio está basado en datos antiguos que necesitan ser revisados. De cualquier forma, afirma que estas cifras son suficientes para señalar que la comida desechada es energía derrochada.

“Creo que el siguiente paso a nivel de investigación conseguir una idea más certera de lo que está sucediendo, mejores datos y mejores análisis. Al mismo tiempo, tal vez deberíamos considerar algunas regulaciones para reducir el desperdicio de comida”, concluyó Webber.

Según apunta el estudio, los principales alimentos derrochados son aceites y grasas, productos lácteos, huevos, frutas y verduras.