Es evidente el impulso que ha cobrado la demócrata Hillary Clinton en Arizona, un estado de tradición republicana tan arraigada que solo un candidato de su partido pudo ganar allí en los últimos 64 años.
Alentados por la incapacidad de Donald Trump para unir al partido en Arizona, demócratas ávidos se afanan por aprovechar las últimas semanas de campaña.
Si lo consiguen, la pérdida de los 11 votos de Arizona en el Colegio Electoral complican aún más las posibilidades de Trump de alcanzar los 270 votos que se necesitan para llegar a la Casa Blanca.
"Este año sabemos que estamos mucho más cerca en este estado", dijo la primera dama Michelle Obama en un acto en Phoenix el pasado jueves.
Los voluntarios presentes recorrían la multitud para pedir que donaran tiempo para realizar llamadas telefónicas y golpear a las puertas de sus vecinos.
Clinton y Trump han concentrado sus viajes y publicidad en los pocos estados que han volcado las elecciones recientes hacia uno u otro lado, principalmente Ohio, Florida y North Carolina.
Pero ahora que se estrecha el margen en las encuestas en Arizona, la campaña de Clinton agrega ese estado a la lista de las entidades disputadas.
"Es posible ganar, pero será una diferencia estrecha como el filo de una navaja", dijo hoy el jefe de campaña Robby Mook.