El presidente Donald Trump visita este martes el Capitolio para tratar de promover su agenda de fin de año en medio de una coyuntura crítica en la que debe unir a los republicanos del Senado en el tema de impuestos y luego dedicarse a las negociaciones con los demócratas en un enfrentamiento separado y de alto riesgo sobre el presupuesto e inmigración.
Trump y los republicanos todavía están buscando su primera victoria legislativa en el Congreso, pero la Casa Blanca y los principales líderes del Partido Republicano tienen mucho trabajo por hacer para preparar su proyecto de ley de impuestos antes de una votación prevista para fines de esta semana.
Los senadores Ron Johnson y Bob Corker, miembros de la Comisión de Presupuesto del Senado, dijeron que podrían votar contra el paquete fiscal el martes, en una audiencia donde los líderes republicanos esperaban que fuera aprobado y enviado a una votación de la Cámara alta posiblemente el jueves.
Cada senador busca cambios distintos a la legislación.
Su oposición podría crear el primer gran obstáculo para la reforma fiscal en el Senado, donde las luchas internas hicieron colapsar los esfuerzos del Partido Republicano por revocar la ley de Salud conocida como “Obamacare” previamente este año.
Corker dijo que quiere que los republicanos agreguen una garantía para evitar que los recortes de impuestos aceleren el déficit. Johnson quiere una mayor exención impositiva para las pequeñas empresas familiares y algunas grandes no corporativas.
“Si desarrollamos una solución ante la Comisión, probablemente lo apoyaré, pero si no lo hacemos, votaré en contra”, dijo Johnson a periodistas en su estado natal de Wisconsin, según citas reproducidas por su oficina.
Los republicanos solo tienen una mayoría de un voto en la Comisión de presupuesto de 23 miembros.
Los posibles votos contrarios surgieron después de que la Comisión Conjunta de Impuestos (JCT, por su sigla en inglés) del Congreso estimara que el proyecto de ley republicano expandiría la deuda nacional —actualmente de 20 billones de dólares—en 1,4 billones de dólares en una década.
Otros temas a negociar
Paralelamente con los impuestos hay una negociación de varios niveles sobre un enorme aumento del presupuesto del Pentágono buscado por Trump y los republicanos, y aumentos para los programas nacionales exigidos por los demócratas.
La influencia de los demócratas en las conversaciones se centra en la ley de gastos temporales que expira el 8 de diciembre y el proyecto de ley que la sustituya y que es necesario para evitar el cierre del gobierno.
La ayuda por los huracanes también pesa en la balanza y los demócratas están presionando para obtener protecciones legislativas para los inmigrantes conocidos como “dreamers”, incluso cuando los republicanos conservadores se oponen a incluir el tema en el grupo de asuntos por resolver de fin de año.
Las sesiones de Trump con los miembros de su partido tienden a tomar la forma de mitines políticos, como cuando almorzó con los legisladores republicanos el mes pasado, donde Trump pasó la mayor parte del tiempo haciendo un recuento laberíntico de los logros de su administración.
Reunión bipartidista
El martes por la tarde, los principales líderes bipartidistas del Congreso —el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, y la líder de la minoría, Nancy Pelosi, demócrata de California; el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, y el líder de la minoría, Chuck Schumer— irán a la Casa Blanca para hablar sobre una serie de problemas de fin de año.
Encabezando la agenda bipartidista se encuentra un paquete de gastos de fin de año muy buscado para dar alivio tanto al Pentágono como a las agencias domésticas de un congelamiento presupuestario.
Trump no se ha vuelto a ver cara cara con Pelosi y Schumer desde una reunión en septiembre que resultó en un acuerdo sobre un aumento a corto plazo en el llamado límite de deuda del gobierno y un proyecto de ley de gasto temporal que mantiene al gobierno funcionando hasta el 8 de diciembre.
El mandatario se jactó entonces por un tiempo del acuerdo bipartidista y momentáneamente generó entusiasmo entre los demócratas cuando dijo que firmaría una legislación para proteger de la deportación a los inmigrantes que fueron traídos ilegalmente al país cuando eran niños.
Trump revocó en septiembre una orden ejecutiva del expresidente Barack Obama que protegía a estos inmigrantes, muchos de los cuales tienen poca o ninguna conexión con su país de origen. Poco después, dijo a Pelosi y Schumer que firmaría una legislación para proteger a esos inmigrantes, siempre que los demócratas hicieran concesiones propias sobre seguridad fronteriza.
Como el presidente es indescifrable, ni los demócratas ni los republicanos especulaban mucho sobre lo que podría producir la reunión del martes.
"Tenemos la esperanza de poder avanzar en un acuerdo que cubra esos asuntos urgentes y mantenga al gobierno funcionando y trabajando para el pueblo estadounidense", dijo Schumer.