En Fotos I Una tradición milenaria de tatuajes que sigue viva en Tierra Santa
El León de Judá y el Árbol de la vida, símbolo de paz en el brazo del estadounidense Ryan Coles, uno de los pocos peregrinos que llegan hasta una Jerusalén vacía tras la guerra entre Israel y Hamás.
Wassim Rassouk (der) y su hijo Nizar (izq) posan a la entrada del negocio familiar, en el barrio cristiano de la Ciudad Vieja de Jerusalén.
Sellos de madera originales que llevan siglos en la familia Razzouk y que hoy custodia celosamente Wassim, miembro de la generación 27 y actual dueño de Razzouk Tattoo.
Sello original de madera con la Cruz de Jerusalén, uno de los tatuajes favoritos que eligen llevarse los peregrinos que acuden a Razzouk Tattoo, en busca de un recuerdo imborrable de su paso por Tierra Santa.
Wassim Razzouk, actual dueño del negocio familiar Razzouk Tattoo, muestra el tatuaje de San Jorge que lleva en su antebrazo hecho con un sello de madera que lleva en su familia más de 500 años.
Ancestros de la familia Razzouk, que se dedica a los tatuajes religiosos hace más de 1.300 años y fueron los primeros en usar máquinas eléctricas en su estudio en Tierra Santa, donde se asentaron hace medio siglo.
Uno de los tatuadores de la familia Razzouk dibuja un árbol en llamas en el brazo de un cliente en su estudio en Jerusalén.
Tatuadores y tatuados posan juntos. Joaquín (segundo de Izq a Der) y Ryan (último a la Der) son de los pocos clientes que han llegado por estos días al estudio Razzouk Tattoo.
Nizar Razzouk, el más joven del clan, tatúa a un cliente que acude por segunda vez a Razzouk Tatoo.