En la época de la bonanza petrolera, los venezolanos que llegaban a Houston no venían a quedarse. Hoy en día, la ciudad alberga a la segunda comunidad más grande de migrantes de Venezuela en todo Estados Unidos.
Entre el 2010 y el 2017, la población de venezolanos en la ciudad tejana se triplicó, según datos del Migration Policy Institute: pasó de 10.000 a 33.000 personas en el área metropolitana.
De acuerdo con Julián Cárdenas, profesor de la Universidad de Houston, este aumento se puede explicar tanto por el recrudecimiento la crisis en Venezuela como por el aumento progresivo de la presencia de profesionales del sector petrolero, que se remonta a principios de los años 2000.
“Luego del paro petrolero, Houston [se convirtió] en la capital que recibió una mayor cantidad de profesionales altamente cualificados del sector energético”, dijo Cárdenas. Como consecuencia de la huelga, convocada a finales del 2002 para protestar contra las políticas de Hugo Chávez, unos 15 mil trabajadores de PDVSA fueron despedidos. “La ciudad [Houston] recibió una gran parte” de la fuga de cerebros de la industria energética del país, explicó el profesor especializado en transacciones internacionales de petróleo y gas.
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Debido a la situación crítica en la que se encuentra Venezuela, la comunidad venezolana en Houston no ha sido ajena al éxodo que ha sido catalogado como uno de los mayores flujos migratorios que ha visto el continente americano. “Ahora por donde quiera que vayas hay venezolanos…de todas partes, llaneros orientales caraqueños, de Barquisimeto”, dijo a la VOA Lidia Valdés, quien emigró hace 19 años a la ciudad.
La población venezolana, explica Valdés, quien también es periodista independiente, aporta unos 34 millones de dólares anuales al presupuesto federal. “Nosotros ya estamos significando un peso importante dentro de la comunidad latina de la ciudad”, aseguró.
Tanto así, que por las calles se distribuye un diario que se llama El Venezolano de Houston, enfocado a la comunidad migrante y que distribuye 20 mil copias cada quince días. Según María Lorena Salas, su directora, "muchos clientes americanos se interesan por llegar al target latino".
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Aunque Houston es una ciudad que le ha permitido a Salas "hacer una vida nueva", la migrante también dice que lo más difícil de vivir fuera de su país es pensar en las cosas que hace en su vida cotidiana y que "no lo pueden hacer" sus amigos ni su familia.
"A veces estás comiendo algo y piensas que tu familia en Venezuela no está comiendo", dijo.
A Glenn Garrido, la ciudad le recuerda su hogar. "He vivido muchos años en Estados Unidos y Houston me recuerda mi Maracaibo querida", dijo el músico y director de la Orquesta Sinfónica Latinoamericana de Houston, la primera en EE.UU. dedicada a la música latina.
La composición del conjunto musical refleja el aumento en la migración desde Venezuela: hace cinco años, “solo había uno o dos músicos venezolanos”, contó Garrido. Este año, entre 8 y 10 de los 50 integrantes provienen del país suramericano.
Garrido, quien hace más de dos décadas que dejó su país, dice que con frecuencia toca música venezolana con la Filarmónica, por la gran presencia de sus connacionales en la audiencia.
“Me encanta hacer el Alma Llanera, la gente llora cada vez la hago”, dice el músico.
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