Antonieta Alvarado, de 37 años, se vistió con toda la parafernalia para apoyar a la selección venezolana de fútbol en el tercer juego del grupo B de la Copa América ante Jamaica: camiseta vinotinto, banderín y una gorra con el eslogan de moda en el país, “Mano, tengo fe”.
Esta vez, la aficionada venezolana no quiso ver el partido como en las dos primeras fechas del torneo, celebrando en solitario en su hogar las victorias por la mínima diferencia ante Ecuador y México.
Prefirió enviar “la mayor vibra” a su equipo, junto a otros cientos de fanáticos en la Plaza La República de Maracaibo, Venezuela, frente a una pantalla gigante y con el obelisco de la ciudad a sus espaldas.
“En mi casa, sola, me vuelvo loca gritando, casi me quedo muda y quería vivirlo con el público, como si estuviera allá”, comenta a la Voz de América, mientras aguarda el pitazo inicial del encuentro y un animador de la alcaldía local rifa premios con trivias.
A su lado, su madre confirma la desenfrenada celebración de días atrás asintiendo con la cabeza y una amplia sonrisa. Niños, jóvenes y adultos van copando los derredores de la concha acústica de la plaza este domingo, pasadas las 7 de la noche. La mayoría espera de pie el inicio del juego, muchos vistiendo la tradicional franela o camiseta color vino del equipo Venezuela.
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Años atrás, siendo niña, Antonieta vestía la camiseta del Brasil de Ronaldo, Kaká y Ronaldinho. En Venezuela, país receptor de migrantes extranjeros por el negocio petrolero y la migración tras la Segunda Guerra Mundial, cientos de fanáticos solían celebrar en la calle y caravanas los triunfos de otras naciones como la brasileña, Italia y Alemania.
Hoy, Antonieta mira atrás y lo ve como un pecado capital en el que jura jamás reincidir. “Es imposible. Ya no me nace apoyar a otros equipos. Soy ‘Vinotinto’ 100 %”, asegura, elogiando a jugadores locales como Yeferson Soteldo y el veterano capitán “Salo” Rondón.
Como millones de venezolanos, está más ilusionada que nunca por el buen momento que vive su selección de fútbol en la Copa América, donde ya va rumbo a los cuartos de final para enfrentarse a Canadá, con una actuación que la confirma como la mejor de su grupo.
Venezuela también se ubica en la cuarta posición tras 6 fechas de las eliminatorias sudamericanas para el mundial de fútbol de 2026. De clasificar, sería la primera cita mundialista a la que asistiría el país, famoso por su afición a otros deportes como el béisbol. Es, luego de Estados Unidos y República Dominicana, el país con más jugadores en las Grandes Ligas estadounidenses.
También lea La ilusión de los venezolanos por la Copa América: "La 'Vinotinto' es la alegría que le falta a mucha gente"Endrick Parra, un adolescente que acaba de clasificarse a las semifinales de un torneo de béisbol en un parque cercano, se acercó a la plaza con sus compañeros, aún uniformados con pantalón deportivo blanco y la camiseta de su equipo “Cerveceros”.
Jugador del jardín izquierdo, recién bateó dos inatrapables en tres turnos contra su rival, antes de coronar el domingo viendo el partido de fútbol contra Jamaica entre el gentío.
“El deporte significa importancia para nuestro país. En el fútbol, el béisbol, el básquet, lo que sea, siempre tenemos que demostrar de dónde venimos”, apunta, todavía con las marcas de protector solar negro que aplicó en sus pómulos para jugar a la pelota.
Con la esperanza en alto
Marcos Morales, un entusiasta de los videos de humor en las redes sociales, opina que Venezuela es un país “hecho para grandes cosas”, no para un solo deporte en particular.
“Podemos llegar lejos y hasta ser campeones” en la Copa América, que se juega en Estados Unidos, opina el admirador del “Brujo” Martínez, de 19 años, quien optó por compartir con su padre “la emoción” de ver el encuentro contra Jamaica entre un tropel de gente.
Maracaibo albergó 4 partidos en la Copa América 2007, entre ellos la final entre Argentina y Brasil, ganada por la selección verdeamarilla. Mientras, Caracas exhibió este domingo en Plaza Venezuela un ambiente similar durante el partido de la selección contra Jamaica, con cientos de aficionados mirando y aupando.
El buen rendimiento de la “Vinotinto” también es positivo para vendedores como Jorge Girado, quien ofrece franelas de moderada calidad entre 12 y 15 dólares. La más buscada es la de Soteldo, el centrocampista y número 10 de la selección nacional.
“Es un campeoncito. ¡Y pa’l Mundial también vamos!”, vocifera, animado tanto por las probabilidades de triunfo del equipo, como por sus perspectivas de ganancias en la noche.
Del fútbol a la política
La ilusión por “la Vinotinto” también se contagia a los asuntos sociales en buena parte de la fanaticada. Venezuela está en vísperas de una elección presidencial, el próximo 28 de julio, y muchos esta noche comparten su deseo de que el óptimo rendimiento de la selección, cual augurio, sea la antesala de un mejor futuro económico y político.
“Espero que se alineen los astros, que la alegría del pueblo venezolano no sólo se quede en lo deportivo”, expresa Alejandro Román, un joven de 25 años que viajó 1.200 kilómetros el año pasado para ver tres partidos de Venezuela en Maturín, al oriente.
Espera que, a partir de este mes, “haya otros acontecimientos políticos” que conduzcan a su país a vivir “esas alegrías” que le da el equipo de fútbol.
Alejandro, estudiante universitario de derecho y comunicación social, además derriba el mito de que los venezolanos sólo transpiran béisbol.
“Aquí hay pasión futbolera, conocimiento futbolero. Uno va por la calle y la gente junta dos piedras para hacer una arquería y juegan descalzos. Aquí también se vive el fútbol”, insiste.
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La “fe” está en boca de todos. Julio Medina, de 36 años, a punto de ver el partido junto a su esposa y su pequeño hijo, está convencido de que el equipo está jugando “tremendo” y desea que su país mejore para que millones de venezolanos que se han visto impulsados a emigrar “vuelvan a su tierra” luego de las votaciones.
Antonieta, la venezolana que desterró para siempre de su clóset la camiseta de Brasil, cree por su parte que el fútbol sirve a los venezolanos “para desconectar” y enfocarse en una causa que los une.
Como esta noche, promete movilizarse para votar el 28 con su madre, equipada con la misma esperanza de ver a su Venezuela en la cima.
Este momento dulce de su selección vinotinto, dice, se siente “como un inicio de lo que viene para nuestro país”.
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