La efectividad de la designación del actual vicepresidente de Venezuela como el sucesor de Chávez se pondrá a prueba en unas eventuales elecciones para escoger presidente.
Nicolás Maduro fue señalado y designado por Hugo Chávez como su sucesor. Fue en diciembre, cuando el mandatario, en cadena nacional, advirtió de su recaída y de la necesidad de una nueva operación. Dijo que si por alguna razón quedara “inhabilitado” para gobernar, eligieran como presidente a Maduro.
“Es un revolucionario a carta cabal. Un hombre con mucha experiencia a pesar de su juventud. Es uno de los líderes jóvenes de mayor capacidad para dirigir el destino de Venezuela. Con su mano firme, con su mirada, con su corazón de hombre del pueblo, con su don de gentes. Con el reconocimiento internacional que se ha ganado”, enfatizó Chávez.
Maduro, nació en Caracas (Venezuela) en 1962, su lineamiento político de izquierda se comenzó a formar cuando estudiaba en la secundaria. Fue líder estudiantil maoísta. No ingresó a la universidad, pero hizo un trabajo sindical cuando se desempeñó como chofer de bus en el metro de su ciudad natal.
Fue en los 90 cuando brilló más desde la protesta social. Conoció a Chávez porque su compañera, Cilia Flórez, luchó por la liberación de Chávez cuando el intento de golpe de estado en 1992. Durante esa década estuvo muy cerca del hoy presidente. Incursionó en la carrera política y fue elegido diputado en el año 2000, luego de participar en la redacción de la nueva Carta Política.
Para 2006 fue designado presidente de la Asamblea Nacional, pero fue en ese mismo año que Chávez lo nombró su Canciller, cargo en el que permaneció más de seis años. Sin duda, es el hombre de más confianza y más cercano al presidente. Ha sido su escudero permanente y ha salido en tono airado a responder en favor de su jefe. Los analistas le atribuyen a su lealtad la mayor virtud.
Pasadas las elecciones del siete de octubre de 2012, a las que Chávez se presentó enfermo y con notorios signos de debilitamiento, viene el nombramiento de Maduro como su vicepresidente. Aún se recuerdan las expresiones de Chávez por esa designación. “Miren dónde va Nicolás, el autobusero Nicolás. Era chófer de autobús en el metro, y cómo se han burlado de él”.
Todo el proceso de la enfermedad de Chávez, la estrategia utilizada para enfrentar a la oposición, los constantes viajes a La Habana y las apariciones en público para darle ‘manejo’ político a la situación le han correspondido a Maduro.
Maduro es considerado del ala moderada del anillo más próximo al presidente venezolano, a diferencia de otros cercanos aliados como Diosdado Cabello, el otro nombre que sonaba con fuerza, un exmilitar que participó en el intento de golpe de Estado de 1992 y actualmente se desempeña como presidente de la Asamblea Nacional.
“No es ruidoso verbalmente. Parece ser una persona, con la naturaleza de Canciller, dispuesta al diálogo”, registra el politólogo Ricardo Sucre.
Sucre, la apuesta a que Maduro es el candidato de los hermanos Castro en Cuba.
Otra analista, la historiadora Margarita López Maya, sobrepone “la fidelidad” de este dirigente sindical por encima de otras cualidades.
Maduro replica el discurso de Chávez, sin tanta retórica y con escasa riqueza mediática, pero igual en el mensaje. Antiimperialista, pro Iraní y pro Libio.
Unas nuevas elecciones serían el termómetro verdadero de Maduro. Maduro no es Chávez, sí es su recomendado, pero no es él, ni siquiera en su preparación. Es pragmático, moderado, pero aún su profundidad política no se conoce porque ha estado a la sombra de su jefe y padrino Hugo Chávez.
Maduro no es ese orador contundente ni ‘mago’ con los medios como si lo es Chávez.
Ante unas nuevas elecciones, Maduro se las vería con Henrique Capriles y Antonio Ledezma, en principio. Una dupleta que se la ha jugado de frente en la oposición al gobierno de Chávez. Desde cargos de gobiernos locales, han alcanzado los dos un liderazgo que los convierte, en una alternativa de poder o de cambio.
Recorrieron el país en las elecciones de 2012 y ganaron un terreno que se vio recompensado, para ellos, en las elecciones.
El gran reto de estos dos dirigentes es romper la ‘unidad’ que aparentemente existe en las toldas oficialistas. Ese bloque liderado por Maduro, deberá mantenerse sólido ante un nuevo y eventual proceso eleccionario. Es a la oposición a la que le corresponde el reto de idear estrategias, dentro de lo político, para permear a los que gobiernan.
En la reciente campaña presidencial, Capriles dio un salto y un golpe de advertencia. Realmente sí hay un diálogo de un amplio sector de la población con su ideario y su discurso.
Una reciente encuesta de la firma privada Hinterlaces, realizada a finales de febrero de 2013, arrojó como resultado que en un eventual enfrentamiento en elecciones de Maduro y Capriles, el actual vicepresidente ganaría con el 50% de los votos, mientras que el 36% votaría por el joven opositor, gobernador de Miranda.
La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), es la coalición opositora integrada por al menos veinte partidos u organizaciones políticas de variadas tendencias ideológicas, pero que están unidos para enfrentar el oficialismo. Allí, sin duda, el nombre de más reconocimiento es el de Henrique Capriles, pero los dirigentes de la MUD, sostienen que cuando llegue el momento se buscará un nombre de consenso que enfrente la ‘maquinaria’ que deja Chávez en la persona de Nicolás Maduro.
http://www.voanoticias.com/content/venezuela-nicolas-maduro-hugo-chavez-sucesor-/1613704.html
“Es un revolucionario a carta cabal. Un hombre con mucha experiencia a pesar de su juventud. Es uno de los líderes jóvenes de mayor capacidad para dirigir el destino de Venezuela. Con su mano firme, con su mirada, con su corazón de hombre del pueblo, con su don de gentes. Con el reconocimiento internacional que se ha ganado”, enfatizó Chávez.
Maduro, nació en Caracas (Venezuela) en 1962, su lineamiento político de izquierda se comenzó a formar cuando estudiaba en la secundaria. Fue líder estudiantil maoísta. No ingresó a la universidad, pero hizo un trabajo sindical cuando se desempeñó como chofer de bus en el metro de su ciudad natal.
Fue en los 90 cuando brilló más desde la protesta social. Conoció a Chávez porque su compañera, Cilia Flórez, luchó por la liberación de Chávez cuando el intento de golpe de estado en 1992. Durante esa década estuvo muy cerca del hoy presidente. Incursionó en la carrera política y fue elegido diputado en el año 2000, luego de participar en la redacción de la nueva Carta Política.
Para 2006 fue designado presidente de la Asamblea Nacional, pero fue en ese mismo año que Chávez lo nombró su Canciller, cargo en el que permaneció más de seis años. Sin duda, es el hombre de más confianza y más cercano al presidente. Ha sido su escudero permanente y ha salido en tono airado a responder en favor de su jefe. Los analistas le atribuyen a su lealtad la mayor virtud.
Pasadas las elecciones del siete de octubre de 2012, a las que Chávez se presentó enfermo y con notorios signos de debilitamiento, viene el nombramiento de Maduro como su vicepresidente. Aún se recuerdan las expresiones de Chávez por esa designación. “Miren dónde va Nicolás, el autobusero Nicolás. Era chófer de autobús en el metro, y cómo se han burlado de él”.
Todo el proceso de la enfermedad de Chávez, la estrategia utilizada para enfrentar a la oposición, los constantes viajes a La Habana y las apariciones en público para darle ‘manejo’ político a la situación le han correspondido a Maduro.
Maduro es considerado del ala moderada del anillo más próximo al presidente venezolano, a diferencia de otros cercanos aliados como Diosdado Cabello, el otro nombre que sonaba con fuerza, un exmilitar que participó en el intento de golpe de Estado de 1992 y actualmente se desempeña como presidente de la Asamblea Nacional.
“No es ruidoso verbalmente. Parece ser una persona, con la naturaleza de Canciller, dispuesta al diálogo”, registra el politólogo Ricardo Sucre.
Sucre, la apuesta a que Maduro es el candidato de los hermanos Castro en Cuba.
Otra analista, la historiadora Margarita López Maya, sobrepone “la fidelidad” de este dirigente sindical por encima de otras cualidades.
Maduro replica el discurso de Chávez, sin tanta retórica y con escasa riqueza mediática, pero igual en el mensaje. Antiimperialista, pro Iraní y pro Libio.
Unas nuevas elecciones serían el termómetro verdadero de Maduro. Maduro no es Chávez, sí es su recomendado, pero no es él, ni siquiera en su preparación. Es pragmático, moderado, pero aún su profundidad política no se conoce porque ha estado a la sombra de su jefe y padrino Hugo Chávez.
Maduro no es ese orador contundente ni ‘mago’ con los medios como si lo es Chávez.
Ante unas nuevas elecciones, Maduro se las vería con Henrique Capriles y Antonio Ledezma, en principio. Una dupleta que se la ha jugado de frente en la oposición al gobierno de Chávez. Desde cargos de gobiernos locales, han alcanzado los dos un liderazgo que los convierte, en una alternativa de poder o de cambio.
Recorrieron el país en las elecciones de 2012 y ganaron un terreno que se vio recompensado, para ellos, en las elecciones.
El gran reto de estos dos dirigentes es romper la ‘unidad’ que aparentemente existe en las toldas oficialistas. Ese bloque liderado por Maduro, deberá mantenerse sólido ante un nuevo y eventual proceso eleccionario. Es a la oposición a la que le corresponde el reto de idear estrategias, dentro de lo político, para permear a los que gobiernan.
En la reciente campaña presidencial, Capriles dio un salto y un golpe de advertencia. Realmente sí hay un diálogo de un amplio sector de la población con su ideario y su discurso.
Una reciente encuesta de la firma privada Hinterlaces, realizada a finales de febrero de 2013, arrojó como resultado que en un eventual enfrentamiento en elecciones de Maduro y Capriles, el actual vicepresidente ganaría con el 50% de los votos, mientras que el 36% votaría por el joven opositor, gobernador de Miranda.
La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), es la coalición opositora integrada por al menos veinte partidos u organizaciones políticas de variadas tendencias ideológicas, pero que están unidos para enfrentar el oficialismo. Allí, sin duda, el nombre de más reconocimiento es el de Henrique Capriles, pero los dirigentes de la MUD, sostienen que cuando llegue el momento se buscará un nombre de consenso que enfrente la ‘maquinaria’ que deja Chávez en la persona de Nicolás Maduro.
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