Venezuela, un país en cada bocado

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La llegada de inmigrantes de diferentes nacionalidades a Venezuela, a mediados del siglo 20, dejó huellas en la cocina local. Los sabores que los exranjeros trajeron en sus maletas se unieron con ingredientes nacionales, hasta darle nueva identidad a emblemáticos platos internacionales.

No son platos de la despensa venezolana, pero el país les entregó su pasaporte, y hoy, son tan venezolanos como una arepa o una cachapa, porque los ciudadanos le agregaron su sazón. Se pueden encontrar en cualquier ciudad de Venezuela con la misma facilidad que en sus países de origen, pero definitivamente no saben igual. A continuación, 4 platillos internacionales que se ‘venezolanizaron’.

El pasticho

A la popular lasaña italiana en Venezuela se le llama "pasticho" y aunque en algunos hogares su preparación es fiel a la receta original, en otros, ni la creatividad ni los ingredientes encuentran límites.

"Hay quien incluso lo hace como si fuera un pastel oriental venezolan con plátanos", explica Ocarina Castillo, investigadora y docente de antropologìa alimentaria.

Con el pasticho ocurre algo curioso: es incluso más fácil conseguirlo en el menú de cualquier restaurante local que el pabellón criollo, el plato típico de Venezuela.

“El pasticho se ha convertido en algo que es, absolutamente, un plato popular venezolano", continúa Castillo. "En cualquier restaurante de carreteras donde se venda comida sustanciosa a precios económicos, hay alguna oferta que incluye un pasticho. Ahora bien, entre el pasticho y la lasaña hay un mundo de diferencias y una cantidad de procesos interesantísimos. No solo lo cambiamos en su estructura original, si no que le hemos agregado salsas, ingredientes, etc.", explica. En Venezuela hay incluso quien le agrega jamón o huevos sancochados a la preparación.

El perro caliente

El hot dog es popular en todo el planeta. Estudiosos del mundo culinario creen que llegó a Venezuela gracias al béisbol, copiando la tradición estadounidense de comerse uno mientras transcurre el juego de pelota, pero el perro caliente venezolano la sacó de jonrón.

"De ser una cosa aburrida, de ser un pan con una salchicha y una salsa se convirtió en una obra de arte. Hay perro caliente con aguacate, con cebolla, con cuatro tipos de salsa, picante, salsa de ajo y todo el ingrediente que pueda tener un ‘perrocalentero’ a la hora de hacerlo", detalla el chef Daniel Torrealba.

La canilla

La versión venezolana de la baguette francesa tiene unos centímetros menos, es de corteza más suave o más crocante, según capricho del panadero, y es tan popular y económica que puede estar presente en todas las comidas del día. Y tiene un nombre singular: canilla

"La canilla es una falsa baguette. Es nuestro pan de diario, el más popular, el más conocido, el más extendido en toda la geografía y origina de la baguette. Es una baguette a la cual se le agregó azúcar, se le aumentó la levadura y se le aumentaron los tiempos de fermentación. Es un pan que se produce muy rápido, que lo puedes vender muy rápido y al agregar un poco de grasa la hizo un poco más suave y eso caló en el paladar del venezolano”, destaca el especialista en panadería Juan Carlos Bruzual.

El arroz chino

Los venezolanos no habían caído en cuenta, hasta que emigraron, que el arroz chino que venden en su país también mostraba una suerte de deconstrucción u occidentalización, que hizo de ese plato clásico asiático, un guiso.

"Se le hicieron dos grandes modificaciones: añadirle salsa de soya, ponerlo más oscuro, y sustituir el pollo, o alguna proteína por jamón", señala Aneuclis Campos, dueña de un restaurane chino en Caracas.

"Resulta que ahora esas traducciones se han convertido en elemento de exportación, y cuando uno va a Santiago de Chile hay restaurantes chinos ‘a la venezolana’, y por supuesto, los migrantes venezolanos buscan esos arroces chinos ‘a la venezolana’. Cuando uno va a México hay restaurantes chinos ‘a la venezolana”, agrega Castillo.

Esa mezcla cultural en cada bocado es una radiografía del mestizaje venezolano y del aporte de cientos de extranjeros que llegaron al país, en su mayoría en los años 50, quienes le dieron el "sí” a un matrimonio entre los ingredientes de su suelo y el gusto de quienes los recibieron en Venezuela.