El proyecto del Socialismo del Siglo XXI que el gobernante venezolano convirtió en estandarte de su gobierno deja en Venezuela un incierto y convulso legado político.
Buscando darle identidad ideológica a su programa político y atractivo propio a sus ambiciones de poder, el ya fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, se alejó de los modelos totalitarios clásicos como el de la antigua Unión Soviética y se proclamó propulsor de una nueva versión de socialismo, más moderno.
Aunque el concepto del Socialismo del Siglo XXI fue formulado originalmente por el sociólogo de izquierda alemán Heinz Dieterich, el término adquirió verdadera difusión internacional cuando fue enarbolado como estandarte propio por el presidente Chávez el 30 de enero de 2005, en el V Foro Social Mundial.
A partir de ahí Chávez acuñó el lema de que su “revolución bolivariana” debía ser socialista porque bajo el capitalismo no podía haber democracia, una idea que en el fondo no tenía nada de novedosa y que en otras circunstancias históricas ya había sido puesta en práctica en Cuba por Fidel Castro.
Bajo el pretexto de que ahora el socialismo adoptaba un nuevo rostro más a tono con el siglo XXI, Chávez pretendió enmascarar los fracasos económicos de modelos totalitarios como el de Cuba ---que según el mismo dijo le sirvió de inspiración--, y lo que en última instancia hizo fue trasplantarlos a Venezuela.
Los venezolanos no demoraron en ver los resultados inmediatos del experimento: el Producto Interno Bruto se contrajo desmedidamente, la crisis energética se agudizó, la tasa inflacionaria subió por las nubes, el consumo cayó, el aparato productivo se deshizo, y la inversión privada colapsó.
Aunque siendo partícipe del nuevo socialismo bolivariano, la propia Cuba anunció reformas para “actualizar” su fracasado modelo económico, a fin de garantizarse primero el control sobre los sectores productivos vitales del país el proyecto de Chávez fue prácticamente similar al adoptado en la isla por los hermanos Fidel y Raúl Castro.
Un sondeo difundido el año pasado por la firma Alfredo Keller y Asociados de Caracas reveló que la mayoría de los venezolanos (61 por ciento) creía que las expropiaciones emprendidas por el gobierno acentuaban los problemas de desempleo, el alto costo de la vida y el desabastecimiento que ya para entonces padecía Venezuela.
Chávez buscó institucionalizar su proyecto de Socialismo del Siglo XXI dándole cuerpo en la llamada Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA), integrada por Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Dominica, San Vicente y las Granadinas y Antigua y Barbuda.
Descontado a Cuba, pionera en el propósito, el proyecto ha tenido fieles seguidores especialmente en Nicaragua, con el presidente Daniel Ortega, quien lo aplicó con marcados matices populistas, repartiendo dádivas a los pobres, y también en Ecuador, con el mandatario Rafael Correa, librando una guerra autoritaria contra la prensa.
En Bolivia, el presidente Evo Morales se declaró oficialmente socialista en 2009, en abierta lucha frontal contra la iglesia católica e igual que Correa contra los medios de difusión, y paradójicamente terminó tendiendo también por adversarios a indígenas y obreros, su base electoral natural.
Poco antes de la muerte de Chávez, Morales confesó al diario El Tiempo en Colombia que temía que la “lucha libertaria” por implantar el socialismo en toda Latinoamérica pudiera “debilitarse” en ausencia de Chávez, mientras que en Cuba, Fidel Castro advirtió que toda la región, y de forma muy especial la isla, dependían del proceso venezolano para impulsar la “revolución bolivariana”.
El mismo padre del concepto, el alemán Dieterich, le concedió poco futuro cuando desde México, donde reside desde hace más de tres décadas, y aún estando en vida el presidente venezolano, escribió que se había “desvanecido” la esperanza de que Hugo Chávez, Fidel Castro (ahora Raúl Castro), Evo Morales y Rafael Correa fueran la vanguardia del Socialismo del Siglo XXI.
Eso a pesar de las intenciones que medios de prensa latinoamericanos le atribuyen al presidente Correa de llenar personalmente el vacío que deja la muerte de Chávez al frente de la izquierda hemisférica. Según Dieterich,
“ninguno de los cuatro presidentes ha hecho un esfuerzo serio para avanzar la alternativa anticapitalista del Siglo XXI, y ninguno lo hará”.
http://www.voanoticias.com/content/venezuela_chavez_socialismo_xxi_alba/1614123.html
Aunque el concepto del Socialismo del Siglo XXI fue formulado originalmente por el sociólogo de izquierda alemán Heinz Dieterich, el término adquirió verdadera difusión internacional cuando fue enarbolado como estandarte propio por el presidente Chávez el 30 de enero de 2005, en el V Foro Social Mundial.
A partir de ahí Chávez acuñó el lema de que su “revolución bolivariana” debía ser socialista porque bajo el capitalismo no podía haber democracia, una idea que en el fondo no tenía nada de novedosa y que en otras circunstancias históricas ya había sido puesta en práctica en Cuba por Fidel Castro.
Bajo el pretexto de que ahora el socialismo adoptaba un nuevo rostro más a tono con el siglo XXI, Chávez pretendió enmascarar los fracasos económicos de modelos totalitarios como el de Cuba ---que según el mismo dijo le sirvió de inspiración--, y lo que en última instancia hizo fue trasplantarlos a Venezuela.
Los venezolanos no demoraron en ver los resultados inmediatos del experimento: el Producto Interno Bruto se contrajo desmedidamente, la crisis energética se agudizó, la tasa inflacionaria subió por las nubes, el consumo cayó, el aparato productivo se deshizo, y la inversión privada colapsó.
Aunque siendo partícipe del nuevo socialismo bolivariano, la propia Cuba anunció reformas para “actualizar” su fracasado modelo económico, a fin de garantizarse primero el control sobre los sectores productivos vitales del país el proyecto de Chávez fue prácticamente similar al adoptado en la isla por los hermanos Fidel y Raúl Castro.
Un sondeo difundido el año pasado por la firma Alfredo Keller y Asociados de Caracas reveló que la mayoría de los venezolanos (61 por ciento) creía que las expropiaciones emprendidas por el gobierno acentuaban los problemas de desempleo, el alto costo de la vida y el desabastecimiento que ya para entonces padecía Venezuela.
Chávez buscó institucionalizar su proyecto de Socialismo del Siglo XXI dándole cuerpo en la llamada Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA), integrada por Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Dominica, San Vicente y las Granadinas y Antigua y Barbuda.
Descontado a Cuba, pionera en el propósito, el proyecto ha tenido fieles seguidores especialmente en Nicaragua, con el presidente Daniel Ortega, quien lo aplicó con marcados matices populistas, repartiendo dádivas a los pobres, y también en Ecuador, con el mandatario Rafael Correa, librando una guerra autoritaria contra la prensa.
En Bolivia, el presidente Evo Morales se declaró oficialmente socialista en 2009, en abierta lucha frontal contra la iglesia católica e igual que Correa contra los medios de difusión, y paradójicamente terminó tendiendo también por adversarios a indígenas y obreros, su base electoral natural.
Poco antes de la muerte de Chávez, Morales confesó al diario El Tiempo en Colombia que temía que la “lucha libertaria” por implantar el socialismo en toda Latinoamérica pudiera “debilitarse” en ausencia de Chávez, mientras que en Cuba, Fidel Castro advirtió que toda la región, y de forma muy especial la isla, dependían del proceso venezolano para impulsar la “revolución bolivariana”.
El mismo padre del concepto, el alemán Dieterich, le concedió poco futuro cuando desde México, donde reside desde hace más de tres décadas, y aún estando en vida el presidente venezolano, escribió que se había “desvanecido” la esperanza de que Hugo Chávez, Fidel Castro (ahora Raúl Castro), Evo Morales y Rafael Correa fueran la vanguardia del Socialismo del Siglo XXI.
Eso a pesar de las intenciones que medios de prensa latinoamericanos le atribuyen al presidente Correa de llenar personalmente el vacío que deja la muerte de Chávez al frente de la izquierda hemisférica. Según Dieterich,
“ninguno de los cuatro presidentes ha hecho un esfuerzo serio para avanzar la alternativa anticapitalista del Siglo XXI, y ninguno lo hará”.
http://www.voanoticias.com/content/venezuela_chavez_socialismo_xxi_alba/1614123.html