A la situación que vive la frontera colombovenezolana, en el estado venezolano de Apure, ahora se le agrega un nuevo elemento y es el despliegue de 1.000 integrantes de la milicia del país. Expertos en seguridad y defensa conversaron con la Voz de América sobre su sentido “operacional” o qué implica ello.
El mayor general Manuel Bernal Martínez, comandante de la milicia, anunció este martes que al menos mil combatientes de su unidad se desplazarían a Apure, donde el 21 de marzo comenzaron combates con un grupo irregular.
Según el oficial venezolano, los uniformados cumplirán su papel de “fuerza miliciana humanitaria de protección a las comunidades” de Apure y estarán bajo el mando del ministerio de Defensa y el Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, conocido como Ceofanb.
El conflicto ha provocado la muerte, según los últimos datos oficiales, de ocho militares venezolanos y nueve “terroristas”, como los identifica el gobierno de Maduro, así como el desplazamiento hacia Colombia de al menos 5.400 habitantes de la zona.
En un tuit la noche de este martes, Maduro ratificó la orden de su gobierno a la Fuerza Armada y las milicias: "Guerra de todo el Pueblo contra grupos irregulares y terroristas colombianos".
Andre Serbin, analista internacional y director de CRIES, una red de centros de investigaciones económicas y sociales en América Latina y el Caribe, fundada en 1982, aconseja ser cuidadoso al analizar con prejuicio a la milicia venezolana.
A su entender, existe “más de una milicia” en Venezuela. Está aquella de la que muchos venezolanos suelen burlarse por tener miembros muy mayores de edad, quizás con impedimentos físicos y con intereses clientelares en una nación agobiada por una aguda crisis económica, dice. Su valor real es escaso y cumple un rol propagandístico, pero hay otra con una capacitación significativa, explica.
“Hay otra milicia compuesta de personal militar retirado, con antecedentes militares, que fueron reservistas, que tienen capacitación y que pueden tener un valor en términos militares”, apunta en entrevista con la Voz de América.
Serbin indica que un teatro de operaciones, como Apure, requiere de personal relegado a la segunda y la tercera línea de combate, en zonas no necesariamente conflictivas, en donde están las cocinas de campaña y se brinda apoyo logístico.
“No son necesariamente los que van a estar enfrentándose en combate. Una reserva dentro de cualquier Fuerza Armada del mundo cumple esas funciones. Las reservas tienen funciones subsidiarias o complementarias. Es muy probable que la milicia venezolana cumpla (en Apure) con los dos parámetros: un despliegue para apoyar, pero también un rol propagandístico”, opina.
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Al hablar sobre esta situación, Ronna Risquez, periodista y experta en crimen organizado y grupos armados, señala que es importante recordar la reforma de la Ley de la Fuerza Armada del año pasado en la que se incorpora la milicia como un componente más de la Fuerza Armada, pero, a diferencia del resto de los componentes, responde directamente a la presidencia del país.
Destaca que no se conoce con certeza qué condición se requiere para formar parte de este grupo y cuáles son las características de su entrenamiento.
Agrega que lo que está ocurriendo en Apure se puede considerar un conflicto armado, según los estándares internacionales. “Es un riesgo meter a estas personas allá, bien porque pueden ser un grupo armado más, o bien porque son vulnerables a este tipo de acciones”, considera.
Más allá de la función “humanitaria” que argumenta el gobierno para enviar a este grupo, la periodista señala que las personas de estas comunidades, con las que ha tenido contacto, lo que necesitan son oportunidades y recursos.
“Las personas allí lo que necesitan es empleo y fuentes de ingresos, y mil milicianos no les van a dar eso”, apunta. Risquez añade que quienes han abandonado sus hogares en esta situación lo hacen “por miedo, o por miedo a que el conflicto se extienda, o por miedo a que el conflicto los alcance”.
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A diferencia de las semanas iniciales del conflicto, en Apure están desplegados ahora los principales componentes armados venezolanos, como la infantería marina, las fuerzas especiales del Ejército, los grupos de artillería y hasta las Fuerzas de Acciones Especiales de la Policía Nacional, observa Serbin.
El envío de 1.000 integrantes de la milicia tiene la “intencionalidad política” de que ese brazo de las Fuerzas Armadas venezolanas esté también presente, acota.
El balance que hace del conflicto en Apure no es positivo, no obstante. “La Fuerza Armada venezolana no ha mostrado una gran capacidad de poder. No ha demostrado resultados. Han mostrado bastante impericia”, señala.
Nota una “baja considerable” de los enfrentamientos en los últimos días, aunque advierte que ello no señala que el conflicto terminó. “No significa que se haya eliminado la amenaza. Las FARC tienen esa habilidad de bajar el perfil, evitar las confrontaciones y atacar por otro lugar, se expande por otros estados. Es parte de su naturaleza estratégica”, describe Serbin.
Rocío San Miguel, también especialista en seguridad y defensa, resaltó en Twitter que el único ente autorizado por la Constitución venezolana para la defensa militar de la nación es la Fuerza Armada, “integrada por cuatro componentes: Ejército, Armada, Aviación y Guardia Nacional”, no la Milicia.
“La milicia nacional fue rechazada por referendo constitucional en 2007”, que perdió el entonces presidente Hugo Chávez, recuerda San Miguel, que también es abogada.
Juan Guaidó, considerado presidente interino de Venezuela por 50 gobiernos, ha criticado vehementemente al gobierno de Maduro por sus decisiones estratégicas en Apure y por presuntamente haber amparado a guerrilleros.
“La dictadura de Maduro expulsó a más de 5 millones de venezolanos y prefirió proteger y financiar a grupos irregulares, como lo estamos viendo en Apure. La migración forzada de nuestra gente y el drama humanitario solo se detendrá cuando logremos elecciones libres y justas”, escribió recientemente en Twitter.
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