El discurso de Nicolás Maduro en la Asamblea General de las Naciones Unidas se basó en la victimización de su presidencia, hoy en disputa en Venezuela, mientras que las palabras del presidente encargado Juan Guaidó en ese aforo abren “un nuevo camino” hacia el uso de la fuerza, opinan analistas.
Tanto Maduro como Guaidó intervinieron este miércoles ante delegaciones de las Naciones Unidas con mensajes grabados transmitidos virtualmente.
El dirigente chavista lo hizo formalmente como presidente del país ante la Asamblea General número 75 de la ONU y Guaidó, designado presidente interino por el Parlamento venezolano tras la “usurpación de poder” de Maduro, dio su mensaje a delegaciones invitadas en un acto considerado “privado”.
Maduro, en un mensaje de 40 minutos, culpó al presidente estadounidense Donald Trump de la crisis de Venezuela y pidió el fin de las sanciones.
También aplaudió su gestión de la emergencia sanitaria del nuevo coronavirus y exigió “respeto” de la comunidad internacional. Añadió que las elecciones parlamentarias de diciembre, en las que no participará parte de la oposición por considerarlas un “fraude”, cumplen con “las garantías necesarias”.
Maduro, presidente desde 2013, “se mantuvo fiel a su estilo” ante las Naciones Unidas, valora María Puerta Riera, politóloga de la Universidad de Carabobo.
“Niega responsabilidad propia, acusa a terceros actores, es decir, toma distancia de las responsabilidades por las denuncias del informe (sobre derechos humanos de la ONU), y por el manejo de la pandemia”, examina, en conversación con la Voz de América.
Puerta Riera apunta que el dirigente chavista se mantuvo “dentro del libreto de costumbre” al acusar a Estados Unidos de los males de Venezuela. Identificó la “victimización” de su gobierno con las sanciones económicas de fundamento.
Observa que escenarios multipolares, como la Asamblea General, permiten a líderes como Maduro “parecer respetables” a pesar de sus propias acciones.
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Guaidó dijo en su mensaje, enviado virtualmente a todos los Estados miembro de las Naciones Unidas, que las vías diplomáticas para zanjar la crisis se habían agotado y solicitó “acciones oportunas y decisivas” para proteger al pueblo.
Pidió a la comunidad internacional evaluar la implementación del principio de la Responsabilidad de Proteger a los venezolanos, recordando que, según las Naciones Unidas, el madurismo comete crímenes de lesa humanidad.
Según los estatutos de la ONU, esa figura, conocida como el R2P, está orientada a proteger a las poblaciones frente al genocidio, los crímenes de guerra, la depuración étnica y los crímenes de lesa humanidad.
“Guaidó presiona aún más (a Maduro), reivindica una acción de fuerza” con esa petición, determina Pedro Urruchurtu, politólogo de la Universidad Central de Venezuela, en entrevista con la VOA.
La iniciativa “marca otro rumbo” en la estrategia de la oposición venezolana, a su entender.
“Abre un nuevo camino, una brecha importante a los efectos de la búsqueda de una solución al conflicto venezolano, ya desde el uso de la fuerza como una posibilidad real por parte del gobierno interino, que es quien tiene la interlocución internacional para pedirla”, puntualiza.
El principio de la Responsabilidad de Proteger debe debatirse formalmente en el Consejo de Seguridad, donde Rusia y China, países aliados de Maduro, tienen poder de veto. El respaldo de Estados Unidos, Francia o el Reino Unido no serían suficientes para hacerlo prosperar en esa instancia.
Urruchurtu nota en esa correlación de fuerzas un obstáculo para la idea de Guaidó, que, recuerda, la ha planteado un sector de la oposición desde principios del año pasado.
No descarta, sin embargo, que la iniciativa tenga cabida en acciones unilaterales o conjuntas de un grupo de países con base en el principio universal de la Responsabilidad de Proteger, según la doctrina del derecho internacional.
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Pablo Andrés Quintero, politólogo y director de la firma LOG Consultancy, no ve viable la propuesta, al menos hasta el año siguiente, tanto por la pandemia como por la celebración de elecciones presidenciales en Estados Unidos, principal valedor internacional de Guaidó y de la oposición venezolana.
Remarca que la idea de ese principio “no tiene una línea de tiempo” específica que pudiera sugerir la resolución inminente de la crisis en Venezuela.
“La aplicación de esta Responsabilidad de Proteger va a depender de quién quede electo el 3 de noviembre en Estados Unidos, si Biden o Trump”, opina.
Quintero explica a la VOA que el discurso de Guaidó fue un mensaje “para el tablero internacional” y no para el pueblo venezolano, que, a su juicio, está más preocupado por sus servicios públicos y sus necesidades básicas.
Subraya “el nivel de institucionalidad” que la Asamblea General ha supuesto para Maduro, disputado por la oposición como presidente desde enero de 2019.
“Es un trato totalmente distinto al de Guaidó”, que divulgó su mensaje con el simple reconocimiento de 60 países como mandatario interino, recalca.
Destaca, no obstante, que el líder opositor ha sabido fortalecer su discurso en el tablero internacional con los hallazgos de la misión del Consejo de Derechos Humanos sobre delitos de lesa humanidad en Venezuela.
Sobre Maduro, comenta que “se lava las manos” de sus responsabilidades en la crisis y procura proyectarse como un promotor de la paz y la democracia.
“Sabemos que ocurre lo contrario. El doble discurso se pone en juego, esto no es nuevo. Es una característica particular de los gobiernos autoritarios”, expresa.
Urruchurtu, asimismo, señala que Maduro se ahorró este año, con su discurso virtual, “el episodio de estrés” de viajar fuera del país con la amenaza de una recompensa de 15 millones de dólares por su captura de parte de Washington.
Su discurso, dice, estuvo enfocado “en el victimismo” y se mantuvo alineado con las nociones de la izquierda mundial, alérgica a la influencia estadounidense.
Puerta Riera, por su parte, juzga que Guaidó aprovechó su oportunidad de mostrar que la crisis nacional “recrudece” y que las fuerzas democráticas del país necesitan del apoyo internacional para sus objetivos.
“El mayor obstáculo en este momento es que la comunidad internacional ha perdido la confianza en la oposición, no solo en Guaidó”, menciona, al resaltar “la fractura opositora” que se hizo evidente de cara a las parlamentarias.
Prevé que Maduro, tras su discurso ante la ONU, persistirá en la búsqueda de acuerdos para celebrar las elecciones legislativas y de tratar de convencer a Estados Unidos y la Unión Europea de suspender sus sanciones.
Guaidó, según la politóloga, enfrenta el reto de que su presidencia interina tiene “fecha de caducidad”, enero de 2021, con la irrupción de un nuevo Parlamento -si se celebran las votaciones de diciembre, como quiere el chavismo.