Lo más difícil de recibir educación es lograr hacerlo en línea durante la pandemia del COVID-19. Rodney González, un niño de 10 años, lo vive a diario en el barrio de Sisipa, al este de Caracas. “La profesora no tiene teléfono inteligente y ella hace unas guías, las manda a un amiguito mío para que su papá las pase por el grupo de Whatsapp del salón”, cuenta Rodney un lunes en la mañana, sin aún haber podido recibir sus asignaciones. Su maestra percibe un sueldo mensual equivalente a 3 dólares.
El día de Rodney transcurre buscando señal por toda su casa para lograr conexión con datos móviles porque la conexión doméstica tiene una falla permanente que la compañía proveedora de internet aún no repara.
La disponibilidad de Internet en Venezuela deja sin oportunidad de conectarse a 4,9 millones de niños de acuerdo con la Unesco. Los que sí pueden conectarse, lo hacen con la velocidad de conexión más lenta de latinoamérica, según registro de Speedtest. A esta situación se suman los apagones eléctricos que se sufren a nivel nacional todos los días.